La coartada perfecta

Somos esencialmente buenos y eso nos hace especialmente vulnerables al fraude ideológico que se aprovecha de la solidaridad

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El concepto Estado social de derecho pulula de estafas ideológicas. Bajo su nombre se cometen fechorías que desangran el erario con el patrocinio de la ley. ¿Somos tan tontos que nos dejamos desvalijar como mensos? ¡Claro que no! En una junta de educación, cualquiera sabe que la misma bolsita de frijol que se compra en la pulpe de la esquina es hasta un 30 % más barata que la que se está obligado a comprar al CNP. Eso se sabe. Desde hace tiempo es una causa común de desasosiego. «Something smells rotten in Denmark».

¿Por qué no hay un grito al cielo? El asalto al erario se tolera disfrazado de bien mayor. Cada timo tiene un nombre típico, como paquetazo o carterazo. A este le cabe «socialazo». Se dice que el sobreprecio cobrado a los comedores escolares recaba recursos para sustento de pequeños productores. Y nosotros, pelmazos, creímos esa patraña. Eso no es nada cierto. En el caso del frijol, la mayor parte que se vende a escuelas se sospecha que viene de Nicaragua y, muchas veces, por caminos tortuosos.

Somos esencialmente buenos. Eso nos hace especialmente vulnerables al fraude ideológico que se aprovecha de la solidaridad. Hay de todo, pero ayudar al «pobrecito» es el embuste más habitual. Por eso, es tan difícil romper los amarres tramposos que envuelven la palabra «social» en nuestro Estado de derecho.

El Cinpe de la UNA encontró en la cadena de valor del frijol que el CNP no solo estaría comprando frijol importado, sino que el productor nacional es el menos favorecido. En aparentes relaciones poco claras de compadre hablado, excedentes ingentes quedan en asociaciones que no parecen trasladarse a sus pequeños asociados. Después de dejar tanto recurso en mano ajena, sin explicación plausible, el CNP mete a las juntas educativas un sobreprecio dictado por la lógica engatusada de su propio interés. Esos excedentes injustificados equivalen al valor de 385.000 paquetes de alimentos que no pudieron recibir cerca de 30.000 estudiantes por falta de fondos. Entonces, maravilla de un sistemita perverso, se alega eso para que el CNP se salte la regla fiscal.

Todo ese tinglado rinde mucho dinero. Es difícil sustraerse a la sospecha de cochinilla encerrada. Si no le llega al pequeño productor, me causa estupor que nadie pregunte dónde está tanta plata. La ideología es, una vez más, la coartada perfecta.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.