Ideología petrolera

El desaire a los firmantes de la declaración de la alianza que procura superar el uso de combustibles fósiles causó desconcierto

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La delegación nacional en la conferencia sobre el cambio climático (COP28), celebrada en los Emiratos Árabes, se abstuvo de firmar la declaración de los países agrupados en la BOGA (Beyond Oil & Gas Alliance). La alianza procura superar gradualmente el uso de combustibles fósiles y Costa Rica está entre sus miembros fundadores.

Como era de esperar, nuestra deserción causó desconcierto. El país brilla por su compromiso con el ambiente, y en la trascendental COP de París destacó el liderazgo de la costarricense Christiana Figueres, una de las figuras más influyentes en la materia. Mucho hemos invertido, en el transcurso de décadas, para cultivar esa imagen y merecerla, pese a las tareas pendientes.

Los réditos de la vocación ambientalista también han sido considerables. El turismo es el beneficiario más obvio, pero, según los consumidores aumentan sus exigencias de bienes y servicios producidos en armonía con el ambiente, nuestras exportaciones gozarán de ventajas adicionales y la inversión extranjera seguirá tomando nota.

Ese prestigio es crucial, sobre todo, para magnificar la voz del país en los foros internacionales. Costa Rica no puede resolver el problema del cambio climático, pero, con el resto de Centroamérica, estará en sus principales víctimas, según los modelos científicos desarrollados para visualizar el impacto de las transformaciones causadas por la emisión de gases de efecto invernadero.

Preservar la influencia y autoridad moral dondequiera que se discutan medidas para limitar el deterioro es un asunto de seguridad nacional. Lejos de estancarse y mucho menos retroceder, es indispensable incrementar las credenciales de país facultado, por su conducta, para reclamar actitudes más consecuentes de las potencias contaminantes.

La participación oficial en la COP28 no contribuyó con esos objetivos y despierta inquietudes sobre un cambio de rumbo en materia de exploración y explotación de combustibles fósiles. El desaire a los firmantes de la declaración de la BOGA encaja con el interés manifiesto del gobierno en la búsqueda de yacimientos de petróleo y gas natural.

La administración atribuye el rechazo a la explotación de hidrocarburos a una ideología, sin especificar cuál y tampoco confiesa la perspectiva “ideológica” defensora de lo contrario. La frontera ideológica quedó aún menos definida cuando 200 delegaciones, incluida la costarricense, firmaron un acuerdo para abolir gradualmente el uso de combustibles fósiles, como lo pretendía la BOGA.

agonzalez@nacion.com

Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.