Horizontes: Un agravio a las democracias

Dados los envenenamientos y asesinatos de exespías rusos radicados en Londres, convidar a Putin a la Casa Blanca sería una afrenta al pueblo norteamericano, a los aliados británicos y a los principios humanitarios que inspiran a las democracias.

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A pesar de la tensa situación internacional creada por el envenenamiento múltiple de exespías rusos en Londres y otras ciudades occidentales, al presidente Donald Trump se le ocurrió que sería agradable (nice) convidar al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, a una visita a la Casa Blanca. La inusual cumbre tendría lugar en la tercera semana de abril.

La convocatoria de Trump, desde luego, ha generado más disgustos que luces. Como recordamos, el 4 de marzo último, el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Julia, residentes en las cercanías de Londres, colapsaron súbitamente en el portal de su residencia. La oportuna intervención médica los ha mantenido con vida hasta ahora, hecho considerado “milagroso” a la luz del poderoso agente nervioso novichok, desarrollado en la era soviética, utilizado en el ataque. Debe agregarse que un tercer exespía ruso fue encontrado estrangulado en una fosa en la misma ciudad el mismo día.

Casi al unísono de las noticias sobre los hechos, el embajador ruso en Inglaterra afirmó que el ataque fue perpetrado por agentes británicos. En abono a la acusación, indicó que la sustancia tóxica es de un uso tan delicado que solo personal cercano al ataque podría evitar una fatalidad. De paso, acusó a la primera ministra británica, Theresa May, de fraguar el atentado para ganar puntos en la opinión pública y ubicarse en la primera línea de fuego occidental de cara a Moscú. Achacarle a Moscú la manufactura del tóxico se veía desmentido por la prontitud con que un antídoto del agente le fue proporcionado por instituciones locales a los médicos británicos para tratar a los Skripal, dijo el diplomático.

Hay argumentos, desde luego, para avivar el combate. En cualquier caso, los hechos en sí son tan graves que solo en el secretismo del Kremlin podrían cocinarse. La especialidad rusa en la materia se ha desarrollado desde el advenimiento del régimen comunista. Recordemos una inacabable lista de adversarios eliminados por órdenes superiores hasta la fecha, algunos perpetrados mediante el mismo novichok.

El caso Skripal ha motivado la expulsión de funcionarios rusos del Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea. Ha sido un despliegue de solidaridad internacional frente a los desmanes de Putin. En estas circunstancias, ¿cómo pretende Trump, antojadizamente, convidar a Putin a la Casa Blanca? Constituiría una afrenta al pueblo norteamericano, a los aliados británicos y a los principios humanitarios que inspiran a las democracias concretar tal espectáculo.

jaimedar@gmail.com