Guerra económica

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La escasez de alimentos y medicinas pronto llegará a su fin en Venezuela. Observadores menos diestros relacionarían el desabastecimiento con la política económica, pero el presidente Nicolás Maduro rechaza esa falacia. La economía venezolana es insalvable y si de ella dependiera la solución, al pueblo solo le quedaría renunciar al consumo.

Los creadores del socialismo del siglo XXI no agotaron la capacidad de innovación con el diseño inicial de la revolucionaria doctrina, un gran salto adelante para países al borde del abismo. Maduro acaba de demostrar que el aporte teórico del chavismo no está completo. Es un proceso dinámico y, para asombro de sus fieles, perfectible.

Faltaba, por ejemplo, superar las normas de la economía, una disciplina sospechosa, dada su antigüedad y las disensiones entre sus adeptos. ¿Es Keynes mejor que Friedman? La contradicción es insalvable y Maduro, seguramente desconocedor de la dialéctica, encontró la síntesis por intuición o, quizá, por los gorjeos de un pajarito: ¡Es mejor un general!

En esta región del siglo XXI, el abastecimiento de bienes y servicios no es un problema económico, sino militar. En consecuencia, el mandatario ordenó a las fuerzas armadas emprender la “Misión abastecimiento soberano”. La operación está a cargo del ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, y fue planificada con premura. Los resultados no se harán esperar.

Padrino, con las destrezas organizativas propias de su rango, estructuró el estado mayor alimentario. Dieciocho generales y almirantes han sido desplegados en los frentes del arroz, los frijoles y otros productos de la canasta básica. El primer objetivo es tomar control de 18 productos “primarios”. Posteriormente, el despliegue militar avanzará sobre los 50 bienes definidos como “prioritarios”.

En esta etapa, los bienes y servicios suntuarios no aparecen entre los objetivos, pero queda hecha la sugerencia para los meses posteriores a la victoria, cuando la escasez de bienes “primarios” sea solo un recuerdo y las fuerzas armadas proclamen la toma del último bastión “prioritario”. En ese momento, Venezuela estará lista para tender un cerco en torno al jamón serrano, especialmente si los triunfos en los frentes de la arepa y el azúcar liberan efectivos para nuevas batallas.

Todo depende de la consolidación de las victorias por los Comités Locales de Abastecimiento, encargados de repartir el botín. Los comités son una trinchera indispensable para la victoria en la “guerra económica” desatada por el sector privado, cuya derrota está garantizada.