G-20: tensión, avenencia e hipocresía

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Esta cumbre del club de los países ricos y poderosos, conocido como el G-20, fue la más tensa de los últimos años, plena de intriga, hipocresía, avenencias y retórica repetitiva ayuna de compromisos vinculantes. ¿Emergió algo nuevo capaz de estremecer el mundo convencional? Tal vez algunas concesiones de los mandatarios hacia Trump. A pesar de toda la retórica en su contra, pareciera que empiezan a tomarlo más en serio.

La cumbre, en sí, perdió protagonismo. Lo más relevante fue, sin duda, la reunión bilateral entre Vladimir Putin y Donald Trump sobre tres álgidos temas: supuesta interferencia de Rusia en las elecciones (Putin lo negó, como era de esperar); el conflicto en Siria, donde sí lograron un acuerdo de cese el fuego (veremos si se sostiene); y cooperación chino-americana para controlar a Corea del Norte (EE. UU. busca con desesperación que China y Rusia le ayuden a controlar la amenaza nuclear de Kim Jong-un)

La presidenta temporal del G-20, Ángela Merkel, hizo denodados esfuerzos diplomáticos por lograr el consenso y que el comunicado fuera firmado por todos para salvar esta y las futuras cumbres. Tuvo que agregar dos párrafos que todos aceptaron a regañadientes: uno fue tomar nota de que EE. UU. se retiró del Acuerdo de París y no le inyectará más recursos, pero seguirá colaborando en lo climático para beneficio del país y el planeta: “Procurará trabajar muy de cerca con otros países para que puedan acceder al uso de fuentes fósiles más limpias y eficientes y ayudarlos a desarrollar otras de energía limpia”. Pero no se hagan muchas ilusiones. Esa declaración, al igual que el acuerdo climático de París, carece de obligatoriedad.

El otro es sobre el libre comercio. Europa, China y Japón han sido proteccionistas consumados, (incluidos subsidios agrícolas en perjuicio de los países en desarrollo) y, ahora, se erigen adalides del libre comercio. Lo novedoso esta vez es que el comunicado reconoce lo bueno y lo malo del libre comercio: “La globalización y el cambio tecnológico han contribuido a impulsar el crecimiento económico y elevar los estándares de vida del planeta. Sin embargo, la globalización ha creado retos y sus beneficios no han sido suficientemente compartidos por todos”. ¿Podrán los políticos y economistas defensores del libre comercio a ultranza suavizar posiciones y ver también la otra cara de la medalla? Quizás, quienes abogaban por un comercio libre y justo ( free and fair ) no estaban tan equivocados.