Entre líneas: Vivan los feriados

En plena pandemia, con la economía a la deriva y las finanzas públicas tocando fondo, la Asamblea Legislativa encontró la forma de agravar la situación.

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En plena pandemia, con la economía a la deriva y las finanzas públicas tocando fondo, la Asamblea Legislativa encontró la forma de garantizar la disminución de la productividad en los próximos dos años. Parece mentira, pero el proyecto superó el primer debate y está en vísperas de aprobación definitiva. En el 2021, tendremos 11 fines de semana largos porque los feriados se trasladarán al lunes más próximo, incluidos 7 que ese año caen en sábado y domingo.

En la práctica, el Congreso creó 7 feriados para la mayor parte de empleados públicos y privados. La idea de trasladar los días de fiesta no es original, pero en todo el mundo responde a una lógica diametralmente opuesta: aumentar la productividad. Esa motivación no ofrece gratificaciones tan inmediatas como la oferta de culminar 11 de las 52 semanas del año —más de una quinta parte— con 3 días de descanso.

Para muchos sectores de la economía, un feriado a media semana implica una costosa interrupción de las operaciones. La reanudación del trabajo, luego de un miércoles o jueves libre, también es caro, sobre todo en industrias necesitadas de encender máquinas y restituir el flujo de materias primas. Además, existe el problema de una fuerza laboral disminuida en sus capacidades por la fiesta del día anterior o desconcentrada por la expectativa del próximo fin de semana.

Por esas razones, es mucho mejor juntar el feriado con el fin de semana, prolongar el descanso y hacer una sola interrupción de las operaciones, con menos costo. El audaz invento de nuestra Asamblea Legislativa tiene el efecto inverso. Peor aún, coincide con el daño sufrido por el aparato productivo nacional a consecuencia de la pandemia. En todo el país, las empresas despiden personal, suspenden contratos laborales o recortan jornadas en espera de tiempos mejores, pero los diputados conceden el equivalente a una semana adicional de vacaciones con cargo a los patronos, públicos y privados.

La idea, afirman, es favorecer el turismo nacional, aparentemente sin pensar en el costo para las demás actividades. Tampoco se detuvieron a considerar el efecto de su generosidad sobre la atracción de inversiones en un mundo pos-covid-19, donde la competencia no dará tregua.

El lunes 13 de setiembre del 2021, cuando celebremos la independencia, tendremos tiempo para meditarlo. ¿Qué más da? A este paso, en esa fecha, muchos seguirán desempleados. Para ellos, el feriado será un día más y el turismo, un imposible.

agonzalez@nacion.com

Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.