Entre Líneas: Juegos de imagen

Los emprendimientos modestos, necesitados de apoyo, merecen estímulos fiscales, pero no deben servir de mampara para ocultar injustificables privilegios.

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Cuando surge el tema del cumplimiento tributario de las cooperativas, los defensores de las exoneraciones vigentes sacan a relucir imágenes bucólicas, de pequeños productores unidos para sacar adelante sus actividades, casi siempre agrícolas. Recientemente, el presidente, Carlos Alvarado, echó mano del mismo recurso para defender el cobro diferenciado de tributos.

El ejemplo citado por el mandatario no fue el de las grandes cooperativas, con importantes productores entre sus socios, sino el de 12 mujeres dedicadas a la autogestión. Pero esas mujeres no son blanco de las iniciativas planteadas al Congreso para imponer tributos a las cooperativas. Las 12 estarían exentas porque difícilmente alcanzarían los ¢250 millones de ganancias.

En esencia, el planteamiento del mandatario es correcto. Las pequeñas cooperativas, productoras de diversos bienes y servicios, merecen una exoneración fiscal para facilitar su crecimiento. Lo desafortunado es el ejemplo porque detrás de las 12 mujeres o el campesino doblado sobre el surco se esconden negocios mayores, totalmente legítimos, mas no por eso merecedores de exenciones.

Las cooperativas de hoy distan de las imágenes invocadas para defender su ausencia de la nómina de contribuyentes. Según el IV Censo Nacional Cooperativo del Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (Infocoop), fechado en el 2013, las cooperativas de ahorro y crédito y las de seguros gozaban de un patrimonio de ¢290.179 millones, pero las agrícolas habían perdido terreno y solo contaban con ¢23.000 millones. En otras palabras, buena parte del cooperativismo lo constituyen empresas financieras que compiten con ventaja en el mercado.

Pero una buena proporción del patrimonio de las cooperativas agrícolas pertenece a los gigantes del sector, algunos con negocios transnacionales. La resta de ese patrimonio revelará las modestas dimensiones del cooperativismo invocado para defender la exención de impuestos a favor de grandes empresas.

Hay otros datos reveladores de la naturaleza del cooperativismo actual. En el 2017, las cooperativas agrícolas apenas recibieron el 0,18 % de los recursos prestados por el Infocoop. Las agroindustriales, en cuya nómina figuran varias de las empresas más grandes del país, obtuvieron el 37,5 % de la cartera y las de servicios gozaron del 24,5 %.

Los emprendimientos modestos, necesitados de apoyo, merecen estímulos fiscales, pero no deben servir de mampara para ocultar injustificables privilegios.

agonzález@nacion.com

Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.