Entre líneas: Formación técnica de baja calidad

Es como si hubiera una conspiración contra la educación técnica y el empleo en un país conocedor de las ventajas competitivas nacidas de una oferta laboral de calidad.

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Poco más de la quinta parte de los matriculados en las carreras técnicas nocturnas del Ministerio de Educación Pública (MEP) abandonan las aulas, dice la auditoría interna de la institución. El programa intenta complementar los esfuerzos del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) para ampliar las oportunidades de trabajo de la población joven, una de las más castigadas por el desempleo.

Pero los esfuerzos del INA están, también, lejos de llenar las expectativas, sobre todo cuando se les compara con los recursos invertidos. Los ¢130.000 millones de presupuesto apenas sirven para colocar al 25 % de los graduados en la especialidad cursada. La institución invierte en la formación de técnicos para actividades con poca capacidad de absorción de mano de obra, algunas de ellas francamente extrañas, como el ordeño, una técnica transmitida de generación en generación y, en la actualidad, muy mecanizada. También hay cursos de confección de ropa vaquera y otros por el estilo.

La Asamblea Legislativa tampoco deja de hacer su aporte al fracaso de la formación técnica. Un proyecto de ley dictaminado por la Comisión de Ciencia, Tecnología y Educación para regular y extender la educación dual no progresa por el empeño dogmático de legisladores y sindicatos convencidos de que esa modalidad educativa es un medio para explotar a los estudiantes, cuando en realidad se trata de complementar su formación con el aprendizaje práctico en las empresas, como se hace en Alemania, Suiza, Países Bajos y Austria, para citar un puñado de ejemplos.

El remate quedó a cargo de la Caja Costarricense de Seguro Social, según cuyo criterio las empresas deben incluir a los aprendices en planilla y pagar las cuotas correspondientes. Ni el MEP ni el INA dejaron de mostrar alarma por el formidable obstáculo interpuesto a la formación de sus alumnos. Es como si hubiera una conspiración contra la educación técnica y el empleo en un país conocedor de las ventajas competitivas nacidas de una oferta laboral de calidad.

agonzalez@nacion.com