Enfoque: Soluciones a la crisis

Hay todo tipo de propuestas, pero falta la respuesta a la pregunta sobre qué está dispuesto cada uno a aportar a la resolución.

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He ido coleccionando propuestas para reactivar la economía, que organizaciones sociales, grupos de intelectuales y personas han planteado. No son todas, pero, aun así, mi último recuento va por varias decenas.

Algunos planes tienen un tono constructivo, sugieren salidas; otros son peleones, muy en esa racionalidad de “nosotros contra ellos y aquí les va la receta nuestra”, y están los arrogantes: “Aquí está la solución”.

Hay todo tipo de ideas: desde explotar petróleo hasta no pagar la deuda externa; poner impuestos a diestra y siniestra, o quitarlos; simplificar trámites, usar las reservas del Banco Central para financiar al gobierno, cerrar instituciones, despedir funcionarios y cientos de otras medidas, tanto generales como sectoriales.

No he podido hacer una lectura ordenada de todos los textos. Creo indispensable, eso sí, estudiarlos para ver coincidencias y discrepancias: ¿Cuán lejos están las propuestas entre sí? ¿Cuán contradictorias son? ¿Hay enfoques compartidos?

La catarata de recomendaciones no debiera ser motivo de burlas, al estilo de “¿viste la clase de ayotada que propusieron aquí?”. Celebro esta creatividad, aun cuando muchas veces estoy en desacuerdo con las ideas y me desagrade el tufo dogmático que pueda tener un texto. ¿Por qué? Es un indicador de una ciudadanía plural que cree que al país vale la pena rescatarlo y que su voz debe ser parte del manejo de la pospandemia.

Sin duda, muchos planteamientos reciclan viejos antagonismos entre lo público, lo privado y lo social cuando, por la gravedad del problema que enfrentamos, se necesitarán relaciones colaborativas entre estos. Con todo, las diferencias son salvables si se construyen equilibrios políticos que atiendan las distintas sensibilidades.

Un amigo cuya opinión respeto mucho me hizo una aguda observación: “Muchos de estos planes formulan peticiones sobre lo que el gobierno y otros sectores deben hacer. Pocos se plantean una pregunta esencial: ¿Qué están dispuestos ellos a aportar a la solución de la crisis?”.

Esta cuestión me parece clave, un cambio de enfoque que permitiría un diálogo distinto. Si a la par del pliego de peticiones cada proponente hiciera el ejercicio de concretar su cuota de sacrificio, creo que nos evitaremos confrontaciones inútiles, tendremos una deliberación más sincera y más solidaridad en la búsqueda de soluciones.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo.