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Hoy, 6 de setiembre, la Selección Nacional de Fútbol se medirá con el seleccionado de EE. UU. en un partido decisivo. De ganar EE. UU., de seguro se afirmará en el primer lugar de esta serie final en forma inamovible. Si el seleccionado costarricense obtuviera la victoria, quedaría a unos cuantos milímetros de la clasificación, aunque, por el mal sabor del partido contra EE. UU., hace cuatro años, cuando en pocos segundos todo lo perdimos, no podríamos aún cantar victoria.

Ese recuerdo persigue día y noche al fúbol costarricense, sin que nada ni nadie logre disipar esa desventura. De aquí la importancia de saber extraer de estas experiencias las lecciones pertinentes en el deporte y en la vida. El fútbol, como he escrito muchas veces, es una mina de enseñanzas. De aquí que, conforme avanza el tiempo y el país debe hacerles frente a competencias de alto nivel, es preciso tener presentes las lecciones de la historia y de la vida.

El maracanazo todavía está presente en la conciencia futbolística y aun en la historia de los pueblos, como testimonio perenne de lo que puede ocurrir por un descuido, por exceso de confianza o por una simple distracción en la conducción de un grupo humano, máxime en un deporte como el fútbol donde el control total es imposible. Precisamente estas distracciones o excesos de confianza es lo que hacen que este sea un deporte único, como ninguno otro en el mundo.

Todo un país vibrará en este partido. Y no solo Costa Rica. La mayor parte de los países viven parecidas experiencias en estos lances, máxime si se tiene en cuenta cómo, año con año, el mundo avanza en todos los órdenes de la vida o del espíritu. Hay factores poderosos, incontrolables, que escapan al dominio de las personas y que son los que, en definitiva, producen los grandes cambios.

Cuando llegó a Costa Rica el seleccionado de EE. UU., hace tres días, unos pachucos ticos lanzaron huevos contra el autobús de los norteamericanos. Esa escena le dio la vuelta al mundo con comentarios molestos para el pueblo de Costa Rica por su falta de cultura. Un periodista extranjero dijo: “Qué lástima, estas cosas no se veían antes en este culto país”. Cuidemos nuestra patria y nuestros valores.

Lo dicho nos indica que todo lo humano nos importa en demasía. Un simple partido de fútbol puede cambiar el curso de la vida de un pueblo, o bien, pasar de la paz y la tranquilidad al desasosiego y aun un conflicto bélico. ¡Cuántos conflictos hogareños han sido producto del resultado de un partido de fútbol! ¡Cuántos odios no engendra una discusión por un mal arbitraje! Aprendamos.