En Guardia: Todos ‘jodidos’ en Venezuela

Las sanciones económicas y condenas políticas no bastan para derrocar dictaduras, según atestiguan Cuba, Nicaragua y Corea del Norte.

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Si tuviera que escoger una frase para describir lo que acontece en Venezuela, usaría la incisiva interrogación de Vargas Llosa en su Conversación en La Catedral: ¿Cuándo fue que se jodió el país? Maduro, jodido; Guaidó, jodido; el Grupo de Lima, jodido; Trump, Putin y Xi Jinping, jodidos. En suma: todos jodidos, en especial, el pueblo venezolano.

Venezuela comenzó a caer con el advenimiento de Hugo Chávez al poder. Maduro lo sucedió, pero no heredó su liderazgo ni persuasión. En vez de corregir, profundizó la crisis. La economía, como Caracas, quedó a oscuras: la inversión privada cayó, los capitales huyeron, la producción en picada (según el FMI, desde el 2013, ha caído un 50 %) y la inflación ronda 10 millones %. La escasez de alimentos, medicinas y otros bienes esenciales imponen una carga insoportable. El 80 % exige un cambio, y aunque Maduro aún controla el Ejército, si toca a Guaidó incitaría la ira de EE. UU. Está jodido.

Juan Guaidó reina, pero no gobierna. Tiene poder de convocatoria, pero con marchas no se maneja un país. Falló en su intento de encapsular a Maduro en un círculo político internacional y no logró romper el cerco de ayuda humanitaria. Su drama es presidir de nombre sin ostentar ningún poder real. De no ser por la admonición de Pence, vicepresidente estadounidense, su piel pendería de un hilo. También está jodido.

Los otros actores geopolíticos van mal. Trump es comandante en jefe del Ejército más poderoso, pero no lo puede usar contra Maduro sin irritar a la comunidad internacional (Europa siempre coquetea con la izquierda y descartó una ofensiva militar). Aun Bolsonaro, afín a Guaidó, rehusó militarizar el conflicto, como el Grupo de Lima, México y Costa Rica. Eso deja a Rusia y China espacio para jugar sus cartas y sostener a Maduro, asidos a gobiernos de izquierda que les juegan vueltas a las sanciones, pero son incapaces de neutralizar el repudio popular y afianzar a uno de su clase.

¿Dónde queda, entonces, el pueblo venezolano? De momento, en el limbo. No puede derrocar a Maduro ni empoderar a Guaidó. Las sanciones económicas y condenas políticas no bastan para derrocar dictaduras, según atestiguan Cuba, Nicaragua y Corea del Norte. Pero hay algo más grave: además de sustituir a Maduro (ojalá por la vía democrática), tendría que volver al capitalismo, algo que veo aún más difícil en estos tiempos cuando campean ideas socialistas. Mientras eso no suceda, los venezolanos estarán condenados a morir de inanición.

jorge.guardiaquiros@yahoo.com

El autor es abogado y economista.