Elección

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este tema, que puede perecerles poco serio a los lectores, es penoso para este columnista, uno de los pocos “hinchas” con los que cuenta, en el cantón de San José, el equipo Carmelita, al que ya ni a cañonazos será posible salvar del descenso.

Sea como sea, haré un comentario sobre el fútbol de Alajuela; lo que no es poca cosa, pues hasta donde tengo entendido el único club de ese deporte que se menciona en la edición XXII del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) es de esa ciudad. Y, como ya lo comenté una vez, me pongo a salvo de desmentidos invitando a buscar ahí la acepción 9 de la palabra tapa, en la que se lee: “El equipo de Alajuela es la tapa”. Siempre he creído que se trata del Carmelita y, como bien sabemos, las creencias ajenas se aceptan o se ignoran, pero nunca se discuten.

Hace varios meses, en Barcelona, me presenté en una gran librería –sí, también pasé frente al Camp Nou– con el fin de comprar un ejemplar (levanten la mano los que quieren uno porque compré el último que quedaba) de la única antología publicada en español de la poesía de Ismaíl Kadaré, ese permanente candidato albanés al Nobel de Literatura. Y ahí, como si el destino me lo hubiera preparado, me encontré de buenas a primeras frente a un volumen más alto, más ancho, más grueso y más –¡mucho más!– pesado que el DRAE, en el que figuran las fichas completas de todos los privilegiados seres humanos que han jugado con el Fútbol Club Barcelona desde los tiempos anteriores a la guerra civil española y, como se imaginarán, por un momento me olvidé del poeta albanés y abrí aquella joya en busca de la ficha del Alejandro Magno manudo.

Estuve muy cerca del infarto: la mención de Alejandro Morera no superaba las dos líneas. Mi inmediata decisión fue pegarle fuego a la librería y, sin embargo, al igual que quienes “porsiaca” repasan varias veces la lista de premios de la lotería, busqué con más cuidado y descubrí que, en realidad, en el palmarés del Barça figuran dos jugadores llamados Alejandro Morera: uno que jugó un solo campeonato y otro, Alejando Morera Soto, el grande, el de Alajuela, cuya ficha salió muy larga y encomiosa.

Me dije, entonces, que aquel libro me lo compraría, y lo habría hecho de no haber sido porque pensé que, si metía tal tronco de celulosa en mi valija, Iberia me sacaría un ojo a través de la billetera. No había alternativa: olvidé el fichero del Barcelona, que pesaba no sé cuántos kilos, y me traje el cuadernito de Kadaré, de solo 150 gramos.

Fernando Durán es doctor en Química por la Universidad de Lovaina. Realizó otros estudios en Holanda en la Universidad de Lovaina, Bélgica y Harvard. En Costa Rica se dedicó a trabajar en la política académica y llegó a ocupar el cargo de rector de la UCR en 1981.