El camino del progreso

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La revisión de las cuentas nacionales hechas por el Banco Central no arrojó grandes sorpresas en cuanto a magnitud, pero sí en cuanto a composición.

A pesar de que se especulaba que el nuevo producto interno bruto (PIB) podría ser hasta un 25% mayor que el anterior, al final de cuentas la diferencia fue de solo un 2,6%.

En cuanto a la composición, la agricultura perdió mucho peso. Pasó de representar el 13% de la producción nacional en 1991, a solo el 6% en el 2012 (nuevo año base). El sector industrial también bajó su ponderación, de un 23% a un 15% en dicho periodo. En contraste, los servicios ganaron importancia, pues pasaron de un 28% a un 40%.

Esto significa que ya no podemos decir que Costa Rica es un país agrícola. Hemos cambiado, y ahora somos un país de servicios. Es un fenómeno parecido a lo que sucede en naciones que se van desarrollando. En Estados Unidos el agro representa apenas el 1% de la producción total. En los grandes países europeos, dicha proporción va entre un 1% y un 4%.

El que la agricultura pierda peso no significa que decreciera con el tiempo. En términos reales, el agro es hoy al menos un 50% más grande que hace 25 años. Además, se ha diversificado en cuanto a productos y se ha tecnificado enormemente. El agricultor de hoy no es aquel de la visión romántica de un peón con pico y pala, sino uno más sofisticado, que utiliza los avances tecnológicos que tiene a mano. Ya no se siembra solo para sobrevivir, sino también para vender, exportar y crecer.

El problema es que existen otros sectores que han crecido mucho más. Por ejemplo, los servicios a empresas son hoy al menos 10 veces más grandes que en 1991, en términos reales.

En lugar de pensar en que más crecimiento de un sector significa menos del otro, el país debe pensar que todos los sectores deberían crecer juntos al máximo ritmo posible. Está claro que Costa Rica ha demostrado que tiene una ventaja comparativa en la producción de servicios. Y por ello debemos prepararnos, como país, para crear las condiciones adecuadas que permitan que dicho sector siga creciendo dinámicamente.

Lo anterior significa que debemos preparar a los jóvenes para que participen de la mejor manera posible en esta nueva economía. Como mínimo, deben aprender a hablar inglés y a usar adecuadamente una computadora. Esa preparación sirve, a su vez, para potenciar todo tipo de producción.

Los tractores y las máquinas industriales ahora vienen con minicomputadoras, y en el comercio es imprescindible el inglés y el uso de computadoras. Ese es el camino del progreso.

Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.