El arca inútil

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El austríaco Joseph Roth afirmaba, en un artículo publicado en julio de 1934, que el Tercer Reich era “la filial en la tierra del sétimo círculo del infierno”. Ya había aparecido El anticristo, un libro suyo que solo podía haber sido obra de un europeo desesperado ante el imparable avance de la barbarie. De ahí que resulte incomprensible que, en julio de 1935, escribiera en una carta: “Y tendré razón porque Hitler no durará más de año y medio...”. ¿De dónde pudo haber surgido, para un prematuro anunciador de la catástrofe que vendría, aquel minúsculo destello de optimismo? Era como si un Noé del siglo XX ordenara destruir el arca al sentir en el rostro las primeras gotas del diluvio.

En una conversación radiofónica sobre las emergencias que ha enfrentado el país a causa de los fenómenos atmosféricos, dos expertos discrepaban en torno a una cuestión que, nos parecía, no debería depender de opiniones, sino de los datos salidos de los registros que, por lo menos a partir de mediados del siglo XIX, llevan organizaciones técnicas y científicas de diversos países, incluido el nuestro. En concreto: ¿señalan las series históricas un cambio importante en cuanto a las frecuencias e intensidades de esos fenómenos naturales? El horizonte de observación se ampliaría bastante con las recopilaciones de información que las administraciones militares y comerciales hicieron antes sobre el clima y sobre la temperie.

Lo que tuvo de alucinante la conversación fue la excesiva prudencia mostrada por los expertos cada vez que rozaban el tema del cambio climático. Daban la impresión de estar sometidos a una exigencia externa de corrección política que les impedía referirse abiertamente a la contribución de la actividad humana al calentamiento global. “Lo que estamos viendo”, parecían querer decir, “es un recrudecimiento temporal de la variabilidad climática que no nos permite predecir si las temporadas ciclónicas del futuro serán peores o menos graves que la actual”.

No se habló del “sétimo círculo del infierno”, representado por el hecho de que nuestra especie no podrá contar, a mediano plazo, con los medios intelectuales y materiales necesarios para revertir el caos climático al que ha contribuido en gran medida. No podemos decir que “esto no durará más de año y medio…”.