‘Dolce far niente’

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¿Qué es lo mejor que ha sucedido con la reforma tributaria? Nada. No pasó nada. Dirán que perdí el juicio. ¿Cómo es positiva la nada en un limbo fiscal donde el déficit campea el 6% del PIB? Voy a explicarme mejor.

Por “nada” entiendo ausencia de acción legislativa pro renta e IVA, sin una reforma conmensurable en el gasto. Es el irresuelto impasse entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Gravar es impopular, pero más lo es cortar gastos y beneficios. Dar es una droga alucinante que conduce al éxtasis político.

¿Por qué los últimos tres gobiernos pudieron gastar en exceso de sus ingresos? Arias pudo evadir el ajuste fiscal por el bum económico mundial que le insufló nuevos recursos hasta parir un fugaz superávit en el 2007, pero después volvió a las andadas; Laura Chinchilla también lo pudo posponer tras financiar el ominoso faltante con eurodólares; y Solís halló solaz en una política monetaria expansiva que le permitió financiar con holgura el déficit sin impuestos, reducir gastos, ni presionar tasas de interés (con la astucia de la Tesorería Nacional). Vientos de cola y fácil endeudamiento les regalaron a los tres un dolce far niente.

Pero el recreo se acabó. Vuelta a clases de aritmética. Ya el Central no está en capacidad de consentir una política monetaria laxa para financiar el déficit a bajo costo (ni con el sutil embrujo de la tesorera), pues se agotó la brecha del producto justificativa de la liquidez y el superávit cambiario cambió de casa; el Congreso no parece dispuesto a votar impuestos sin un quid pro quo en el gasto; no se vislumbra un nuevo bum internacional y la prudencia financiera (calificadoras de riesgo) aconseja no emitir más eurobonos.

Puesto contra la pared, don Luis Guillermo empezó a hacer, con timidez, lo que antes posponía: limitar por decreto el crecimiento presupuestario (2018), jinetear giros al FEES, parcos ajustes salariales, cuestionar beneficios sindicales, tratar de renegociar transferencias legales y constitucionales y, si la grasita huelga, volver al gimnasio (o bailar merecumbé con su clásico tumbao en las inauguraciones) para estar en forma y soportar huelgas venideras. No hay mal que por bien no venga. Negar impuestos puede ser la piedra filosofal para que él y otros gobiernos despierten del dolce far niente y decidan reestructurar el Estado, replantear prioridades, forzar eficiencia en dispendiosos programas sociales y plantarse con valor ante privilegiados grupos de interés.