Dejemos de apagar incendios

Costa Rica no se adaptó a las megatendencias tecnológicas, demográficas y culturales

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Para el economista Eduardo Lizano, el país se quedó rezagado en aspectos clave como productividad, inserción en la economía internacional, modernización del Estado, reforma del sistema tributario, formalización de recursos humanos para el desarrollo, empleo, inversión en investigación y desarrollo e incorporación de las mujeres al trabajo, entre otros.

Se abandonó la planificación a largo plazo y el alcanzar acuerdos sobre metas y estrategias. La improvisación de cada cuatro años se volvió la norma. Los partidos políticos dejaron de ser grandes centros de pensamiento y formadores de los futuros dirigentes para convertirse en simples maquinarias electorales.

En el ensayo “Después de la pandemia: una visión de largo plazo”, Lizano afirma que se perdió tiempo en estériles discusiones, pronósticos, foros y estudios. Se creó un Estado gigante e ineficiente, compuesto por centenas de instituciones, muchas de las cuales no aportan nada a la realidad económica y social, y aun así no hay valentía para cerrarlas a causa de los problemas sentimentales o presiones gremiales.

Lo triste es que Costa Rica no se adaptó a las megatendencias tecnológicas, demográficas y culturales, ni al envejecimiento, la urbanización global, el consumo, la disrupción digital, la sociedad del conocimiento, al cambio climático, la movilidad social, la inestabilidad, la universalidad del ser humano, las comunicaciones y los nuevos movimientos migratorios. Sigue esperando milagros para crecer, reducir la pobreza y salir del subdesarrollo.

Las megatendencias exigen actuar rápido y aprovechar su dinámica. En este siglo, la visión debe ser integral, pues lo que sucede en Ucrania, por ejemplo, incide en el costo de los alimentos, los metales, los fertilizantes, los chips, la energía y la logística, entre otros.

Son impresionantes las interrelaciones entre las economías. Todo cambia, para bien o para mal. Por eso, era imperativo estar atentos. Los problemas de logística debidos a la paralización de los puertos y la escasez de contenedores, sin embargo, son una gran oportunidad para explotar el nearshoring y friend-shoring.

Oportunidad que debe ser aprovechada, y no dejarla ir por falta de infraestructura portuaria, vías de comunicación, conectividad, recursos humanos e innovación.

Educación

El modelo de desarrollo tiene muchas falencias. Por esa razón, la calidad y pertinencia de la educación debe ser en este momento la principal prioridad. El modelo educativo vertical, rígido y obsoleto debe sustituirse por otro basado en innovación, tecnología, competencia, medición, acreditaciones internacionales, incorporación del inglés y otros más.

Falta promover metodologías innovadoras, como las materias STEAM, educar para el emprendimiento, formar ciudadanos con valores y estimular el deporte, las artes y la lectura, así como establecer la atención personalizada, la flexibilidad, el abordaje de las necesidades de los estudiantes y sus familias.

En la educación superior, también hay que actuar, y exigir austeridad, rendición de cuentas, pertinencia, innovación, carreras del futuro, flexibilidad y compromiso con el desarrollo social, tecnológico y económico.

La asignación de recursos por compromiso constitucional choca con la época. Las universidades públicas deben comprometerse con el nuevo reto de crear oportunidades para las nuevas generaciones y, en especial, para las poblaciones más vulnerables.

No es posible sostener una élite de profesores y administrativos que gozan de privilegios insostenibles e injustos. Las universidades deben ser transparentes y vincularse al sector productivo para contribuir a la investigación.

Nueva visión

Como país, se necesitan grandes acuerdos con una visión clara y plantear un modelo distinto. Solo cuando se tiene el rumbo claro es factible alinear los esfuerzos nacionales.

Muchas veces nos conformamos con un avance pequeño y perdemos la dirección. Casi siempre predomina “el aquí y el ahora” en lugar de ver hacia el futuro. Muchos líderes políticos se centran en apagar incendios o en culpar a otros de los resultados.

Los cambios van a requerir esfuerzo y diálogo para crecer en los próximos 20 años como sociedad inclusiva, respetuosa de la democracia liberal y el contrato social. No es dable dejar de pensar en grandes reformas. Hay que tomar decisiones, aunque no hay ajuste donde todos sean ganadores.

La transformación debe producirse como sociedad, para que sea coherente y posea visión de futuro. No podemos seguir dando pequeños pasos. Tenemos que vencer el desempleo y pensar en grande. No se trata de sacar ideas aisladas. Todas las reformas deben corresponderse con los principios de la democracia, el bienestar social y el crecimiento económico.

jorge.woodbridge@icloud.com

El autor es ingeniero.