Crisis griega

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El asunto que apremia hoy a los griegos es cómo resolver su solvencia para pagar la deuda a corto plazo. Aquellos que están dispuestos a prestarle dinero a Grecia lo hacen bajo la condición de que el gobierno adopte medidas que aseguren que el país podrá pagar de vuelta en el futuro. Para nadie es buen negocio prestarle dinero a Grecia, mientras este país siga el mismo camino que lo llevó a la crisis: un nivel de gastos y privilegios más allá de la capacidad real de la economía.

De ahí el pulso que ha mantenido el primer ministro Tsipras con los acreedores. Su partido, Syriza, prometió a los griegos enfrentarse a los acreedores y lograr un mejor trato en la restructuración de la deuda. De momento no ha logrado convencerlos de que Grecia tendrá la capacidad de pagar mañana lo que le presten hoy.

Tratando de ganar tiempo y alegando que la voluntad del “pueblo” debe ser consultada, Tsipras llamó esta semana a un referéndum.

El problema es que no está claro lo que tiene que decidir el “pueblo”. La pregunta del referéndum es bastante compleja, algo así como: “¿Debe aprobarse el plan de acuerdo, el cual consiste de dos partes que forman una sola propuesta (‘Reforma para completar el actual programa y más allá’ y ‘Análisis preliminar de la sostenibilidad de la deuda’), no o sí?”.

El “pueblo” no tiene la capacidad de análisis para determinar si lo contenido en esos documentos es lo que más le conviene a su país. Prácticamente ningún votante los ha leído o los leerá. Está poco claro para el “pueblo” cuáles son las consecuencias de las reformas que faltan para completar el actual programa “y más allá”.

Tampoco está claro qué sucederá si Grecia vota No. ¿Implica ser expulsada de la Unión Europea”? ¿Cambiará Grecia el euro por su vieja moneda, el dracma? ¿Será mejor la vida para los griegos con una moneda devaluada y poco confiable? ¿Quién le prestará dinero a Grecia, a sabiendas de que el país no está dispuesto a cambiar significativamente el comportamiento que los llevó a la crisis actual y que acaban, además, de incumplir un pago al Fondo Monetario Internacional? Y si alguien le presta, ¿a qué costo?

Tal vez la pregunta del referéndum debería haber sido formulada de otra manera: “¿Quiere usted seguir dependiendo de los préstamos condicionados del extranjero o prefiere aprender a vivir según nuestra realidad?”.

Los griegos están aprendiendo, de una manera muy dura, que la indisciplina fiscal se paga cara. No hay salida fácil.

Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio-consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.