Competitividad

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La competitividad es uno de los factores claves para salir de la pobreza. Si se dan las condiciones adecuadas para producir, los empresarios invertirán más, generando así una mayor riqueza y más empleos. De ahí que en esta columna se toca con frecuencia este tema, con la esperanza de que el gobierno de turno le ponga mayor atención a los elementos fundamentales que determinan la competitividad del país. Lo malo es que pareciera que mi preocupación no es compartida por el gobierno con igual intensidad.

Según el Foro Económico Mundial, a través de su índice global de competitividad, Costa Rica retrocede en lugar de avanzar. En los últimos dos años, el país ha perdido tres puestos en el ranquin mundial. Pero para el ministro de Economía, Welmer Ramos, eso no es un problema. Según sus declaraciones a la prensa, Costa Rica no desmejoró, sino que “otros países sacaron mejor calificación”.

Eso es parcialmente cierto. Por ejemplo, en dos indicadores que son resorte del ministro Ramos, como lo son el número de procedimientos y el tiempo para empezar un negocio, no hubo cambio de un año a otro.

Se perdieron puestos en el ranquin en ambos aspectos, precisamente porque otros países hicieron la tarea de simplificar los trámites, que el nuestro no hizo.

En otro indicador, también resorte del ministro de Economía, que es el peso de las regulaciones gubernamentales sobre los negocios, la calificación, según el índice, empeoró ostensiblemente del 2015 al 2016. En este aspecto Costa Rica perdió 38 puestos en el ranquin, y se ubicó ahora en el puesto 126 de 138 países. Casi de último.

El ministro Ramos también alega que el índice se basa en encuestas a empresarios, que muestran la percepción que estos tienen del país, y no la realidad que pueda estar basada en datos “duros”. Eso es cierto, pero no por eso debería restarle credibilidad al índice.

En los negocios, a la hora de invertir, la percepción cuenta mucho. Los empresarios dejan de invertir cuando perciben que existe un mal ambiente para hacer negocios, que las regulaciones son cada vez más onerosas y que les ponen trabas para empezar una empresita.

Si además perciben que en otros países se hacen esfuerzos por mejorar las condiciones para los negocios, entonces invertirán en esos países y no en el nuestro.

Si el gobierno no le da importancia a la competitividad, seguiremos retrocediendo, y cada vez será más difícil generar riqueza y empleos en este país.