Cambio constante

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Se dice que el cambio es lo único constante. El mundo está siempre en evolución, lo que hace que sea casi imposible detener que las cosas cambien. Aun así, siempre surgen fuerzas que tratan de detener el cambio. El 2016 podría pasar a la historia como el año en que triunfaron las fuerzas del no al cambio.

Resaltan los triunfos del no a la Unión Europea, de parte de los británicos, y de Trump en Estados Unidos. Ambos tienen en común que fueron impulsados por movimientos de gente que no está contenta con los efectos del acelerado cambio tecnológico y la globalización que viene con él. Es gente que quiere, en su mayoría, volver a cómo eran las cosas antes.

El cambio tecnológico en las telecomunicaciones ha hecho que se tenga muchísima más información sobre lo que sucede en todas partes del mundo, lo que facilita enormemente el movimiento de productos y de personas alrededor del globo. De ahí que la producción de los bienes y los servicios ya no se realizan en un solo lugar. La computadora en la que escribo estas letras dice que está hecha en China. Pero sus partes probablemente fueron elaboradas unas en Estados Unidos, otras en México, en Singapur, en Tailandia, y qué sé yo dónde más. Incluso alguna otra pieza, o parte del desarrollo de su software, puede haber sido hecha en Costa Rica.

La globalización ha traído muchos beneficios. La diversidad, el intercambio de conocimientos, producir donde sea más eficiente y la posibilidad de que la gente se traslade a vivir donde se viva mejor, ha permitido el acceso a bienes y servicios de menor costo para muchas personas, y con esto se ha dado una mejora significativa en la calidad de vida de la mayoría de las personas del mundo.

Pero la globalización también ha traído problemas: el ajuste a un nuevo estilo de vida, a nuevas tecnologías, o, en general, a nuevas circunstancias. A los que se adaptan bien, les va muy bien. Pero a los que no, les va muy mal. Y eso se refleja, principalmente, en un mayor nivel de desempleo y en un aumento en la desigualdad de ingresos, lo que genera, por lo tanto, un gran descontento en una parte importante de la población. Los movimientos que quieren detener los cambios se alimentan de ese descontento.

Esperemos que el año que empieza mañana sea mejor para aquellos que están sufriendo en este momento los dolores del cambio. Esperamos que los políticos, en lugar de combatir el cambio, busquen crear condiciones para que los efectos positivos sean resaltados, y los negativos amortiguados. Solo así se podrá lograr que el 2017 sea un feliz Año Nuevo.