Calvario en Grecia

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Tres preguntas esenciales y una reflexión sobre Grecia: 1) Qué hacer para superar la crisis, 2) Logró (logrará) una buena negociación esta vez con Europa, y 3) ¿Después, qué sigue? La reflexión se decanta en las respuestas.

El análisis más certero de lo que debe hacer para superar la crisis lo escribió Olivier Branchard (FMI, Logic and Fairness of the Greece’s Program ) en el 2012. Para superar la crisis –dice–, Grecia debía hacer dos cosas: a) bajar la carga de su deuda y b) mejorar su competitividad. Ninguna de las dos es fácil.

Bajar la carga de la deuda requería renegociarla, solicitar un importante componente de financiamiento externo para enfrentar los vencimientos, y reforzar las finanzas con más impuestos (renta e IVA) y fuertes recortes de gastos, incluyendo a los lujosos salarios y pensiones. Debía también contraer el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (10% del PIB), aumentando las exportaciones para poder crecer en términos reales, y mejorar el empleo y los salarios. Pero su falta de competitividad le impide exportar y crecer.

Devaluar era la medida apropiada. Restauraría la competitividad, exportaciones, crecimiento y empleo. Pero no podía hacerlo por la camisa de fuerza impuesta (embutido) por la moneda común (euro), como han hecho países con más flexibilidad cambiaria. Por eso, no tenía más remedio que forzar una caída de salarios y hacer otras reformas estructurales para mejorar la productividad, incluyendo flexibilidad laboral, conforme al plan negociado con la Eurozona.

Grecia venía bien. Redujo su déficit fiscal del 10% del PIB al 3%, pero faltaban dos tractos por desembolsar, ambos sujetos a condiciones. Sin embargo, el nuevo régimen socialista de Alexis Tsipras rechazó la austeridad, reformar el IVA y las leyes laborales, como prometió en campaña. ¿Se saldrá con la suya? ¡Mmm! Fueron meses de dura negociación. Alemania impuso la línea dura, mientras Francia y otros países socialistas presionaban por que Grecia se retirara. Si bien, la semana pasada, le otorgaron cuatro meses más de respiro, tendrán que negociar otras reformas de fondo (no divulgadas al cerrar esta columna) y –lo más duro– ejecutarlas, todo, con tal de preservar el euro. ¿Valdrá la pena tanto sacrificio para mantener una moneda común que ha probado ser una camisa de fuerza? Yo tengo serias reservas.

La estabilidad cambiaria requiere un esfuerzo muy grande y permanente en las políticas fiscales, salariales y productivas, difíciles de sostener. Por eso, creo que el calvario de los griegos apenas comienza.