Buenos días: El colmo de los lujos

Los costarricenses no estamos para cargar tanto lujo en la función pública, lujos aprobados por gobiernos irresponsables que vivieron tiempos de vacas gordas. Hoy estamos en época de vacas flacas.

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Hemos llegado al colmo de hablar de “pensiones de lujo”, “pluses de lujo”, “anualidades de lujo” y “convenciones colectivas de lujo” para diferenciar los estratosféricos montos que reciben funcionarios de élite versus los terrestres beneficios que obtienen los demás trabajadores, sobre todo, privados.

No se trata de satanizar las pensiones, convenciones, pluses o anualidades, pues son un derecho laboral, sino de evidenciar que por montos y porcentajes tan irracionales hemos llegado al punto de retorno, de hacer ajustes y recortes, pues los ingresos por impuestos no dan para tanto.

La decisión está en manos del presidente, Carlos Alvarado, pero, sobre todo, en los 57 diputados con potestad de variar las leyes, pluses, pensiones y convenciones que ordeñan las finanzas.

¿A quién se le ocurre que pueda ser sostenible un aumento anual hasta de un 12 % (antigüedad) solo por cumplir años en un puesto en la JPS, INS, CNFL, BNCR, ITCR, UNA, UCR, Banco Popular, Bomberos, Recope…? A eso hay que sumar el alza salarial regular y otros pluses.

Mientras, en el sector privado, la máxima aspiración para un trabajador es un 2,5 % anual si gana el mínimo.

Los funcionarios, y especialmente sindicalistas, deben entrar en razón: sus privilegios fueron aprobados por gobernantes y jerarcas irresponsables en años de vacas gordas, pero estos tiempos de vacas flacas obligan a reducir gasto y a poner rigurosas condiciones para pagar cada plus... Es hora de dar el adiós a ese simple “ok” del jefe que genera que el 99 % de la planilla estatal gane anualidad por “buen desempeño”. Es un fraude.

En las pensiones de lujo enoja ver montos de ¢12 millones para un catedrático de la Universidad de Costa Rica. Da furia ver caras y voces “izquierdistas” de la UCR que hablaban fieramente contra el “capitalismo” y “los millonarios vividores” que ahora cobran jubilaciones de ¢4, ¢6 o ¢9 millones… Cada palabra de su discurso de pretil se la tragan hoy, bien montados en las espaldas del pueblo.

La lógica manda que antes de poner más cargas (impuestos) en los hombros de los ciudadanos, hay que descubrir por qué pesan tanto los bultos (gastos). Los costarricenses no estamos para cargar con tanto lujo de unos pocos.

amayorga@nacion.com

Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.