‘Algo’ anda por ahí

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Siempre se ha dicho que la educación es fundamental para asegurar la prosperidad de un país. Al tener un pueblo mejor educado, se supone que la gente será más productiva y así generará más riqueza. Sin embargo, Ricardo Hausmann, en su artículo del martes, “El mito de la educación” (p. 26 A, La Nación, 2/6/15), se trae abajo dicha lógica de argumentación.

Utilizando evidencia empírica de muchos países, Hausmann demuestra que no hay una relación directa entre un mayor nivel de educación (años de escolaridad) y la tasa de crecimiento de la producción.

Así como ciertos países han experimentado altos niveles de crecimiento sostenido, al mismo tiempo que su población aumenta el nivel de educación, ha habido otros que han crecido de igual manera sin que hubieran mejorado significativamente su educación.

En defensa de la educación, uno podría argumentar que esta es una condición necesaria, pero no suficiente. Es decir, la combinación de la educación con otros factores es lo que genera el crecimiento económico. Pero eso refuerza, más bien, el argumento de que para aprovechar al máximo la inversión en educación se requiere que existan otras condiciones dentro de un país.

De ahí que Hausmann conteste que “evidentemente ‘algo’ que anda por ahí, y que no es la educación, hace que la gente sea más productiva en algunos lugares que en otros”.

Lo que nos dice este profesor de Harvard es que debemos dejar de lado la idea de que la única manera en que un país puede dejar de ser pobre es mediante educación, educación y educación. Existen otros factores que potenciarían mucho más la capacidad de la población de un país para enriquecerse.

Sin que el artículo vaya dirigido al nuestro en particular, Hausmann nos obliga a reflexionar sobre lo que hemos hecho en Costa Rica.

Parece ser que incluir en nuestra Constitución la obligación de gastar (que no es lo mismo que invertir) el 8% del PIB en educación puede haber sido una mala idea. Por un lado, se impone una meta de gasto, no de resultado en cuanto a calidad o cantidad de educación. Importa cuánto se gasta, no cómo se gaste –una receta segura para no lograr nada–. Por otro lado, se le da demasiado énfasis a la educación. Con una regla tan inflexible, se limita la capacidad del Gobierno para invertir en “algo” diferente a la educación.

Hausmann nos invita a pensar “fuera de la caja”. Como país, tenemos el reto de buscar ese “algo” diferente que nos ayude a aumentar la capacidad de generar riqueza.

(*) Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio-consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.