A celebrar lo bueno de los 200 años de independencia

Costa Rica ha sabido diferenciarse, en varios aspectos, del resto de Centroamérica

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A pesar del condicionamiento que nos legó la gran influencia española durante la colonia, Costa Rica supo diferenciarse, en varios aspectos, del resto de Centroamérica durante los 200 años que hemos sido independientes.

De ser la colonia más pobre de la Capitanía General de Guatemala y los últimos en enterarnos de la declaración de independencia, dos siglos después somos el país con el ingreso per cápita más alto y el índice de pobreza más bajo de Centroamérica.

A pesar de ser un país caro para vivir, los turistas siguen viniendo a visitar nuestras maravillas naturales. Tal vez podrían verlas igualmente en cualquier otro país de la región, pero sin la seguridad o la buena atención que se encuentran en el país del pura vida.

De manera similar, no obstante lo caro que es el país para producir y de tener un entramado público engorroso —estamos en el top 10 mundial de los países más complejos—, empresas continúan trayendo inversión para producir bienes y brindar servicios aquí para el resto del mundo. Por eso, nuestro sector exportador destaca por ser el más sofisticado y diversificado de la región.

Las empresas encuentran en Costa Rica una institucionalidad fuerte y transparente, que si bien puede requerir más trámites para operar, a fin de cuentas implica una mayor seguridad jurídica, no encontrada en el mismo grado en los demás países centroamericanos.

Ayuda mucho el ser la democracia más vieja del área, con una alternancia en el poder entre partidos que, aunque con distintas ideologías, no hacen cambios drásticos en el plan de desarrollo a largo plazo.

Es imposible, en tan poco espacio, analizar las razones de la diferencia en resultados con respecto a la región. Ciertamente, ayudó muchísimo el hecho de que Costa Rica adoptara políticas que promovieron el bienestar económico y social de gran parte de la población mucho antes de que lo hicieran los demás países centroamericanos. Entre ellas cabe mencionar la educación obligatoria, los programas de atención en salud primaria, la seguridad social y las leyes laborales, así como la infraestructura de carreteras rurales, electricidad, telefonía y agua potable.

A los costarricenses nos encanta quejarnos mucho y criticar todo. Lo hacemos porque creemos que podríamos estar aún mejor de lo que estamos. Pero hoy nos toca celebrar que en estos 200 años lo hemos hecho relativamente bien. ¡Viva Costa Rica!

lmesalles@ecoanalisis.org

El autor es economista.