Ingenieros y arquitectos escogen los edificios más sorprendentes de Costa Rica de los últimos años

Consultas a especialistas, docentes y organizaciones destacan inmuebles de vanguardia, que van desde casas hechas con materiales no tradicionales hasta los altos edificios en las ciudades

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La modernos y enormes edificios de concreto junto con los desafíos que imponen materiales como el bambú, la madera e incluso la tierra, convergen en las tendencias de construcción de vivienda en Costa Rica. Depende como se le vea, cada edificación puede ser más imponente que la otra, ya sea por el diseño, la ubicación, tamaño, valor monetario, sostenibilidad o simplemente lo acogedora que sea para sus ocupantes.

Con el fin de identificar las casas y edificios de mayor vanguardia en el país, La Nación consultó al Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC) y las escuelas de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), la U Latina y la Universidad Veritas, sobre cuáles han sido los ejemplares más destacados de los últimos años y qué los vuelve únicos o sorprendentes.

El CFIA destacó en su selección de Hitos del Bicentenario el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, una torre de 21 pisos que se comenzó a levantar en marzo de 2018 y que fue inaugurado tres años después. Según el Colegio, un atractivo de la obra es que se alinea con el medio ambiente, ya que cuenta con un método de recolección de aguas pluviales para el riego de jardines y un sistema automatizado para aprovechar y reducir el uso de aire acondicionado.

También resaltó el Centro de Convenciones de Costa Rica por contar con paneles solares, espacios de luz natural interna, detalles en madera y elementos precolombinos y poscoloniales, así como el nuevo Hospital San Vicente de Paúl (Heredia) por poseer un sistema electromecánico de alta complejidad y paredes livianas de fiberock de 15 milímetros de espesor, diseñado para darle un uso más duradero y con alta resistencia al fuego.

Por su parte, la Cámara de la Construcción colocó en los primeros lugares a los condominios y centros de negocios modernos de distintas zonas del área metropolitana, como el Leumi Business Center, en La Sabana, por ser el nuevo edificio más alto del país y la región, con 140 metros de altura, y la tecnología más avanzada en eficiencia energética. La torre posee cuatro sótanos, 38 pisos sobre nivel de calle y tiene un área de 44.000m².

También destacó el San Pedro Bussiness Center, en Montes de Oca, por contar con 12 niveles e innovar con el uso de plataformas elevables de cremallera para la construcción de fachadas; la Torre Judicial por generar una experiencia de comodidad y bienestar gracias a sus áreas de trabajo abiertas, luz natural y una vista a la Cadena Montañosa Volcánica Central; así como el Edificio Fuego del Condominio Solaris, en Santa Ana.

“Solaris es un condominio residencial de lujo, que con su diseño logra una armonía con el entorno natural del Alto de las Palomas. El proyecto ofrece 13 hectáreas de bosque, tres kilómetros de senderos, huerta orgánica y más de 1.000 especies de árboles. Además, ofrece una amplia cantidad de amenidades para sus residentes, tales como cine, mirador, piscinas, salas de masajes, centro de negocios, entre otros”, explicó la Cámara.

Para conocer hasta dónde llegan los precios y excepcionalidades de este tipo de estructuras, sus tamaños, desarrolladores, retos arquitectónicos y demás datos constructivos, no se pierda la nota sobre este tema.

¿Construir con tierra?

Para Jeannette Alvarado Retana, directora de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tec, vale la pena alejarse un poco del molde para conocer el trabajo de profesionales como Francisco Castillo y Bernadette Esquivel, dos expertos en la construcción de casas y edificios con tierra. Sí, con tierra. Estos ticos han innovado con este material en el país y su legado ha quedado marcado en varios cantones.

Existen diferentes técnicas para aplicarla, como preparar bloques comprimidos, a veces mezclados con un poco de cemento, o también el sistema del bahareque, que consta de palos o cañas entretejidos con barro (y a veces piezas de teja) recubriéndolos. Sin embargo, al final lo más importante de este método es utilizar el material que se saca del movimiento de tierras que se realiza en el lote donde se va a levantar la construcción.

Castillo cuenta que la tendencia no es para nada nueva, sino que más bien es de los materiales iniciales de la construcción. Él conoció sobre este tema cuando estudió arquitectura en México y posteriormente intentó implementarlo en los años 80 cuando regresó a Costa Rica. Incluso logró construir una casa de tierra de tres pisos en Tres Ríos, pero luego se enfocó en la “autoconstrucción”, para que las familias levantaran sus casas.

“Me ha interesado desde hace mucho el uso de materiales alternativos en vivienda, bajo la mirada hacia el que menos tiene posibilidades de inversión -erróneamente llamada de ‘interés social’- y efectivamente me he enfocado en la tierra como material natural de construcción, desde que fui estudiante en México leyendo al arquitecto Hassan Fathy, egipcio que se adentró en las aldeas e interpretó desde su cultura esa posibilidad y lo narró en su libro Arquitectura para los Pobres”, relató el ingeniero.

Por su parte, Bernadette Esquivel se ha enfocado en restaurar casas centenarias y patrimoniales con la técnica del bahareque, por considerar que permite aportar detalles sencillos, pero extraordinarios. También comenta que cada vez más profesionales jóvenes se atreven a desarrollar esta práctica, la cual conlleva beneficios como el confort térmico: cuando hace frío afuera, se pone caliente, y cuando hace calor, brinda frescura.

Ella estudió arquitectura en la Universidad de Costa Rica y se interesó en la tierra porque su papá trabajaba con adobe. Menciona que este material incluso se utiliza para construir casas de lujo que se salen del esquema rectangular convencional e incluyen diseños con arcos y bóvedas. Su popularidad ha aumentado en Europa, principalmente en Francia, así como en Brasil y México. No obstante, en Costa Rica el mercado es pequeño.

“Las casa antiguas realmente son una maravilla. Los detalles que yo he encontrado en esas casas, cómo trabajaban la tierra y el cuidado que tenían al construirlas, son aspectos valiosos que se han perdido en algunas construcciones contemporáneas o en las que son masivas, que se olvidan de los detalles y solo se enfocan en la rentabilidad. Nosotros también debemos pensar en la calidad del espacio”, explicó Esquivel.

A pesar de que la tierra puede aportar varios beneficios, existe un debate porque el Código Sísmico incluye ciertas restricciones en su uso. Si quiere conocer más de esta disputa, lea próximamente la nota al respecto.

Más madera y bambú

Los directores de las escuelas de Arquitectura de la U Latina y la Universidad Veritas, Rodrigo Martínez e Ivan Delgado, concordaron por su parte en que las nuevas tendencias se acercan más a la madera y el bambú, no solo por los impresionantes diseños que existen aquí con estos materiales, sino por el poco impacto ambiental que genera levantar estas edificaciones en comparación con el concreto y demás preparados tradicionales.

De acuerdo con el Instituto Costarricense de la Madera, el sector de la construcción es una de las fuentes de contaminación más importantes a nivel mundial, ya que consume el 36% de la energía global y produce el 39% de las emisiones de CO2, por lo que, el desarrollo urbano plantea el desafío de integrar la sostenibilidad tanto en la construcción como en el uso de la energía.

Explica que la madera procedente de plantaciones forestales, sistemas agroforestales y manejo de bosques donde se realiza una gestión sostenible, permite un insumo constructivo con una huella de carbono menor. Además de ser natural, renovable, reciclable y reutilizable, sigue absorbiendo y almacenando el CO2 de la atmósfera incluso una vez construido el edificio.

Una de las estructuras de madera más importantes de la capital es Cueva de Luz, situada en La Carpio y diseñada por los arquitectos Michael Smith y Alejandro Vallejo, donde cientos de niños de la comunidad reciben clases de arte. Estos profesionales también utilizaron este material para construir el Centro Indígena Käpäcläjui, otro amplio edificio ubicado en Grano de Oro, en el corazón de las montañas de Turrialba.

También están ejemplares como Casa Atrevida, en la Península de Osa, construida completamente con bambú y ubicada en una planicie boscosa entre el mar y un río. Sus gestores, Luz de Piedra Arquitectos, la describen como una casa abierta, liviana e integrada con el paisaje, diseñada para vacaciones aventureras en contacto con la vida salvaje. Fue levantada en 2011 y se encuentra en un área de 240 metros cuadrados.

En el otro extremo del país se encuentra La Balsa, una lujosa cabaña construida por la firma Plup! en Santa Clara de San Carlos. En ella se utilizaron estrategias tradicionales de acondicionamiento climático para zonas de alta humedad, se colocó encima de un zócalo para evitar que en fuertes lluvias hubiese problemas con el agua de escorrentía y, además, gran parte de la madera se extrajo, se aserró y se secó en la propia finca.

Sin embargo, a pesar del aporte sostenible que brindan estos materiales, todavía existen varios mitos respecto a que son más costosos, conllevan un proceso constructivo más lento, son más propensos a quemarse en un incendio e implican una menor durabilidad de las obras. No obstante, Smith y Delgado, docentes de la Veritas, aseguran que esos temores no tienen fundamento y lo explicarán en una próxima entrega de este diario.