De la huerta a la mesa: Mujeres logran que Guanacaste se nutra de hortalizas sin agroquímicos

Ante el creciente avance del cambio climático, las comunidades rurales de Guanacaste han optado por cosechar su propia comida, con el liderazgo de las mujeres locales

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A pesar de que Guanacaste es un paradero inmenso repleto de zonas verdes, lo cierto es que también forma parte del Corredor Seco Centroamericano. Esto implica que debido a sus microclimas, que van desde veranos intensos hasta lluvias prolongadas, los habitantes tengan dificultades para cosechar sus propios alimentos.

Peor aún, el creciente avance del cambio climáticoentorpece las condiciones de cultivo; por lo que miles de guanacastecos enfrentan temporadas de cosecha desfavorables, bajo temperaturas que diariamente superan los 30°C.

Sin embargo, una de las soluciones para lidiar con los desafíos del Corredor Seco es utilizar técnicas de agricultura protegida, que también evitan el uso de pesticidas en las comidas.

Antes era inimaginable, pero ahora Guanacaste es una zona apta para sembrar verduras como lechuga, repollo, coliflor y brócoli; así como frutas como melones y sandías. Sobresalen, a la vez, porque se cosechan sin utilizar ningún tipo de agroquímicos.

A lo largo del año, los agricultores locales producen hortalizas para el consumo propio o para la comercialización, sin tener que depender del transporte de alimentos que viene desde San José.

Lo más impresionante es que en estas comunidades rurales existen decenas de mujeres que lideran las huertas. Son una población que organiza la siembra de cultivos para poder sostenerse a sí mismas o a sus familias, y así pasar la comida de la huerta a la mesa.

Son mujeres que tienen ganas de salir a trabajar, que iniciaron desde cero y encontraron una nueva pasión en la agricultura. Antes dependían de sus esposos o parientes para sobrevivir, e incluso, algunas han experimentado violencia de género por querer independizarse.

Pero ahora, con todo pronóstico en su contra, las mujeres tomaron un nuevo poder en los cultivos para convertirse en empresarias y dueñas de sus propios sueños.

Mujeres lideran las huertas en Guanacaste

Bajo una casa malla, uno de los tres sistemas de cultivo de ambiente protegido, un grupo de agricultores de Carrillo, Guanacaste, trabaja a diario en su huerta; expuestos a temperaturas que pueden llegar hasta los 40°C dentro de la estructura.

Con la mayor cautela para cuidar de sus hortalizas, cada uno de los trabajadores utiliza camisas de reglamento (que, de paso, son manga larga), mascarillas y guantes de seguridad. Eso sí, tienen que salir a refrescarse cada 10 o 15 minutos para evitar que alguien se descomponga por el calor.

Este grupo está encabezado por tres mujeres y tan solo un hombre, quienes viajan en autobús desde las primeras horas de la madrugada. Todos los días, de lunes a sábado, inician el trabajo en la huerta desde las 6 a. m. hasta las 2 p. m.

Lucía Carolina Canales Treminio, una vecina de la zona de 41 años, es la líder de este equipo de agricultores. Canales ya lleva 5 años trabajando en cultivos, pero antes de esto se dedicaba únicamente a cuidar de su familia.

En aquel momento llevaba una vida más “tranquila”, en el sentido de que no tenía una pasión o una carrera que la moviera. Fue hasta que tomó la oportunidad de comenzar un proyecto de agricultura que se empoderó, y con ello experimentó un cambio radical.

“No sabíamos lo que era una bandeja ni lo que era una semilla, no sabíamos nada. Hemos dado alma, vida y corazón, porque no es fácil trabajar en el campo. Salir del hogar, dejar a los hijos y su tierra para buscar nuevas experiencias y vivencias”, agregó.

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Más allá de las dificultades, tanto personales como climatológicas, el grupo encontró un sentido de pertenencia y mutuo apoyo entre sí mismo. Se ve a diario y ya son como una familia, que se respalda en los momentos más difíciles y se inspira a seguir adelante.

“Es algo tan lindo y tan motivador. Para mí es demasiado importante porque ha generado una fuente de empleo. Más porque yo soy jefa del hogar y soy madre de dos adolescentes; uno de ellos con una discapacidad. Yo amo este proyecto y agradezco a diario la gran oportunidad que tengo”, añadió Canales.

Con todo el trabajo colectivo, la huerta ahora cosecha uno de los elementos gastronómicos más innovadores de la zona: las flores comestibles. Tienen colores llamativos y sus sabores son cítricos, por lo que son perfectas para decorar postres o ensaladas.

Son tan cotizadas en la comunidad, que cada una puede venderse por un precio entre ¢50 y ¢150.

Con este conocimiento, las agricultoras también buscan inspirar a más personas de la región, especialmente a las mujeres que desean aprender sobre cultivos para generar un trabajo.

Proyectos de agricultura en lo profundo de Carrillo

Otro caso de una mujer líder es el de doña Zelmira Piña Batres, de 79 años, quien levantó una huerta en su propia casa con el apoyo de sus vecinos.

Con el impulso de Juan Carlos Chaves, el operador de la tierra, trabajaron durante semanas y lograron limpiar toda la propiedad. Sacaron ramas, zacate e incluso basura, para finalmente tener un espacio en donde marcar sus líneas de cultivo.

Ahora, 4 años después de haber comenzado el proyecto, el grupo de cinco vecinos de Filadelfia de Carrillo cosecha sus alimentos con otro tipo de ambiente protegido: los túneles.

Eso sí, para brindar el mayor nivel de calidad en sus productos, trabajan arduamente todos los días de 5:30 o 6:30 a. m. hasta las 2 p. m. Al final del mes sacan múltiples hortalizas, como chiles, albahaca, tomates, pepinos, lechugas, berenjenas, ayotes y muchas plantas más.

“Lo más bonito es que lo que cosechamos, lo llevamos a la casa y lo comemos. Ha costado tanto pero al comer un fruto de estos, lo agradecemos. Hemos podido llevar a nuestros hogares, las comunidades y los hoteles. Nunca nos imaginamos que ibamos a llegar este momento”, comentó Chaves.

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El caso de éxito de doña Zelmira y Juan Carlos inspiró a doña Josefa Carranza Loría, su vecina de 71 años, para querer una huerta en su propia casa.

Con el ejemplo y consejos de doña Zelmira, inició su proyecto de agricultura a mediados del 2023. Tan solo unos meses después, ya cuenta con una base de producción de chiles y cebollas.

“Ha sido muy bonito porque me gusta el campo, me gusta trabajar y sembrar. Me agrada estar aquí y me siento feliz”, comentó Carranza.

Además, tanto doña Zelmira como doña Josefa coinciden en que la agricultura es una alternativa de recreación para las personas adultas mayores, ya que es una práctica tranquila y segura.

“Es bueno para desestresarse y tener sus propias cosas. Por que a veces, con la edad, a uno no lo meten a proyectos ni a trabajar. Pero aquí uno se hace de sus cositas y quiere hacer de todo lo que se pueda cosechar”.

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¿Cómo se puede cosechar en el Corredor Seco Centroamericano?

Las plantas necesitan luz y sombra, solo que no en exceso. El problema con las cosechas de campo abierto en el Corredor Seco (la franja árida que abarca desde el sur de México hasta el oeste de Costa Rica y partes de Panamá) es que tienen inconsistencias en el clima.

Por ello es que en estas zonas el invierno (época lluviosa) trae grandes aguaceros, mientras que durante el verano (época seca) el sol es tan fuerte que se pueden quemar las siembras.

A partir de esta situación, los investigadores del Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria de Costa Rica (INTA) han recorrido Guanacaste para conocer las necesidades de los agricultores y brindar soluciones.

Así fue como llegaron a utilizar sistemas de ambientes protegidos para la producción de hortalizas, con la visión de ofrecer distintas técnicas que se apeguen a las capacidades económicas de los agricultores.

A través de prueba, error, investigación y mucha tecnología, lograron desarrollar tres modelos: túnel, casa malla e invernaderos. Lo más importante son cerrados, para evitar a toda costa el uso de los pesticidas y agroquímicos.

Los túneles consisten en una cobertura plástica de bajo espesor temporal que tapa las cosechas, la cual se puede desarmar dependiendo de la temporada climatológica, y es de bajo costo. Su valor aproximado es de ¢200-¢300 por metro cuadrado.

Ante el riesgo de que los plásticos se rompan, entonces se ofrece la opción de casa malla, una estructura cubierta con malla antiáfido o antinsectos en sus paredes y techos. Eso sí, este modelo tiene un valor entre $8 y $12 dólares por metro cuadrado, por lo que es más costoso.

Después están los invernaderos, las cuales tienen un mayor valor porque están formadas con techos de plástico y metal. Su estructura es más alta y ancha, con un precio de construcción que puede ir desde los $30 hasta los $80 por metro cuadrado.

Según explicó Roberto Ramírez Matarrita, coordinador del proyecto HORTINNOVA, alrededor de 500 personas se han beneficiadas con las iniciativas de huertas en Guanacaste, distribuidas en un total de 200 proyectos.

El acompañamiento que ofrece la institución con las comunidades comienza en las agencias de extensión del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), ubicadas en Liberia, Nicoya, Santa Cruz, Bagaces, Carrillo, Cañas, Tilarán, Abangares, Nandayure, La Cruz y Hojancha.

Una vez que las personas se acercan a las agencias y pasan por un proceso de selección, pueden participar en los talleres o capacitaciones de tecnología que ofrece el INTA. Estas se imparten en la Casa Experimental Enrique Jiménez Núñez y en las propias huertas de los agricultores.

Algunos de los cursos pueden ser de un solo día o extenderse por meses, ya que las técnicas de producción tienen distintos niveles de complejidad. Los agricultores aprenden exhaustivamente sobre los métodos adecuados para cosechar y cuidar de las hortalizas que elijan, con el objetivo de obtener cultivos de alta calidad en cualquier época del año.

Pero, lo más importante es que los participantes conocen cómo iniciar una huerta desde cero, y si desean conseguir los materiales para los túneles o las casas mallas, lo pueden hacer con la orientación de la institución. Incluso, reciben un monitoreo constante por parte de los profesionales para asegurarse que los proyectos van en orden.

“Estamos reduciendo el uso de productos agroquímicos, y ese esfuerzo también se está logrando a través del desarrollo de bioles y compostajes, que son una nueva línea de bioinsumos. La idea es que el usuario los implemente con la certeza que sus cosechas van a resultar de la mejor manera”, agregó Ramírez.

Conocimiento se expande por Centroamérica

Por formar parte del Corredor Seco Centroamericano, 30 técnicos y agricultores de Morazán (El Salvador), Zacapa (Guatemala) y Paraíso de Choluteca (Honduras) visitaron Guanacaste el pasado setiembre.

Durante dos semanas, los países hermanos se llevaron la experiencia y el conocimiento sobre el manejo asertivo de los cultivos, tanto en aspectos manuales como en teóricos, para aplicar las técnicas en sus hogares.

Las mujeres también quedaron inspiradas por la organización femenina que predomina en las huertas en Guanacaste. Tras su paso por Costa Rica, ahora desean inspirar a sus familiares y amigas de su país natal.

Tal es el caso de María Flor, una científica de Morazán, El Salvador, quien trabaja desde hace 3 años en el programa FAO Reclima; produciendo tomates, chiles, pepinos, ejotes y árboles frutales.

Justamente donde reside Flor hay incendios con regularidad a lo largo del año, debido al cambio climático, por lo que los agricultores deben a adaptarse a estas condiciones. Una solución que encontraron es realizar una constante reforestación, apoyando así a huertas caseras y escuelas públicas de la región.

“La experiencia ha sido muy bonita, porque uno viene a aprender mucho sobre una tecnología nueva, una tecnología que tal vez allá en El Salvador no la manejamos, pero que ahora podemos ir a dar esa réplica. Ya podemos pasar ese conocimiento a las personas, para que manejen sus hortalizas con métodos fáciles de hacer. Es solo de tomar una idea, armarse un grupo de mujeres y comenzar”, comentó.

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La visita de los centroamericanos se realizó como parte del proyecto Cooperación Triangular para el Fortalecimiento de las Capacidades de Tecnología Hortícola en el Corredor Seco Centroamericano (HORTINNOVA), a cargo del INTA y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).

Además, este programa busca impactar positivamente a más de 450 beneficiarios directos (alrededor de 150 por país). Entre ellos se destacan productoras y técnicos del Corredor Seco Centroamericano, con una tasa de participación de al menos un 25% de mujeres.

El prospecto de los métodos de ambiente protegidos, en definitiva, es continuar impulsando la agricultura sostenible no solo en Guanacaste, sino en otras zonas rurales que trascienden las fronteras.