‘The New York Times’ incluye El Camino de Costa Rica entre mejores destinos del 2024

Publicación especial señala que ruta de 280 kilómetros es una experiencia de contacto directo con la naturaleza e intercambio con las comunidades

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El diario estadounidense The New York Times incluyó a Costa Rica entre los mejores destinos a visitar en 2024. La publicación, con 9,41 millones de suscriptores digitales y 670.000 impresos en el mundo, destacó específicamente la ruta escénica de El Camino de Costa Rica.

Consiste en un trayecto de 280 kilómetros que va principalmente por caminos rurales de lastre, con opciones de aventura por trillos de montaña a lo largo de 16 etapas.

El diario con sede en Nueva York lo destaca en su especial por la experiencia de contacto directo con la naturaleza e intercambio con las comunidades rurales costarricenses.

“Un camino lleno de aventura, abierto al mundo entero, que atraviesa Costa Rica desde el Caribe hasta el Pacífico a través de comunidades rurales, diferentes ecosistemas, culturas indígenas, nuevas experiencias gastronómicas, extraordinarias variaciones de flora y fauna, bosques, valles y preciosos ríos”, indica la publicación que lo lista en el puesto 46.

La información también resalta que la ruta es una forma de ayudar a los pequeños pueblos a crecer de manera armoniosa con sus historias y el ambiente.

El Camino de Costa Rica lo fundó una organización sin fines de lucro llamada Asociación Mar a Mar, dedicada a la conservación y protección de la biodiversidad, el turismo sostenible y el desarrollo social y económico de comunidades vulnerables.

Según el grupo, crearon El Camino de Costa Rica como una forma de llevar la actividad del turismo a los pueblos del interior del país, aquellos localizados en zonas de belleza escénica que históricamente no se benefician de esta actividad.

The New York Times indica a sus lectores que, con la nueva señalización, el Camino de Costa Rica es una ruta de senderismo a campo traviesa que conecta las costas del Caribe y el Pacífico y que se volvió más fácil de recorrer el año pasado.

Organizado en 16 secciones, el sendero une 25 comunidades rurales y terrenos que van desde playas hasta bosques nubosos. La caminata completa puede tomar de 11 a 16 días y, a lo largo del camino, los viajeros que pasan por áreas indígenas pueden contratar a miembros de la comunidad cabécar como sus propios guías certificados.

El sendero también atraviesa parques nacionales y santuarios que albergan aves deslumbrantes como el resplandeciente quetzal. De hecho, el artículo sobre Costa Rica se ilustra con un breve video de lapas en los árboles.

The New York Times incluye el enlace oficial a la ruta.

De acuerdo con la descripción oficial en el sitio, los excursionistas pueden acampar, reservar hoteles o pasar la noche con familias, degustando café y chocolate de cosecha propia, así como platos como el rice and beans (frijoles rojos y arroz preparados con leche de coco).

Todos los proveedores locales brindan itinerarios personalizados, los cuales incluyen alojamiento y traslados de equipaje, y actividades como rafting, paseos a caballo y piragüismo, todas formas de ayudar a apoyar áreas fuera del circuito turístico.

El embrujo auténtico

Conchita Espino y su esposo Marco Marín Rojas fueron los creadores del proyecto. Ella se desempeña como la directora ejecutiva de la Asociación Mar a Mar.

Doña Conchita tiene 70 años y don Marco, 77. El matrimonio empezó a darle forma al trayecto en el 2012, cuando se inició la laboriosa misión de coordinar y consultar en las comunidades participantes para así trazar la ruta.

Les tomó seis años de cuidadoso trabajo, entrenamiento de los guías y retos logísticos como conseguir la participación de los pueblos y sus habitantes, así como preparar el lanzamiento formal del recorrido, en 2018.

Este 9 de enero, los esposos expresaron llenos de emoción y júbilo el acierto del proyecto y la mención en el diario neoyorquino.

“Para nosotros es un gran honor porque el propósito es que vengan muchos senderistas de todo el mundo a darle oportunidad, empleo y crecimiento a esas comunidades”, declaró doña Conchita.

La ruta, añadió, fue concebida para recorrer sitios muy lindos y con diferentes culturas y climas, con variedad en flora y fauna donde no llegaba turismo.

Ahora, esos caminantes son la nueva forma de ingreso para familias rurales al frente de lo que llamó “pequeñas empresas verdes”, desde donde divulgan la cultura y las tradiciones costarricenses menos conocidas por el turismo internacional.

El embrujo de la ruta, señaló su esposo, parecen ser esas comunidades a juzgar por los comentarios de los visitantes, quienes lo que más destacan y más comentan es el contacto con las familias, con la gente.

“Nos dicen que es un contacto genuino porque les comparten con cariño sus creencias y rutinas diarias; que son acogidos en las familias con intimidad y cariño. Juntos, comen el gallo pinto y toman el café y les muestran cómo viven. Hace unos años creí que esa Costa Rica había desaparecido, la que yo conocí mientras crecía en San Carlos, pero sí existe y El Camino te lleva a ella”, manifestó don Marco Marín.

El matrimonio comentó también que, detrás de esa experiencia, hay todo un entramado en el manejo de destinos de acuerdo con estándares de calidad y en estricto cumplimiento en cada etapa de asuntos como protección al ambiente, inclusividad, ética y respeto.

Según la directora ejecutiva, quienes los visitan son personas que aprecian la naturaleza y vienen a aprender de la cultura nacional y a relacionarse de manera auténtica con esas familias rurales.

“Vienen familias, parejas, mochileros solos; viajan desde Canadá, Alemania, Francia, Latinoamérica y también los ticos. Nos encanta ver cuando son los costarricenses quienes se ponen la mochila y se lanzan. Es mágico”, concluyó.