Servicio de agua de Asadas con más riesgo por desastres de cambio climático

Destrucción de tuberías por crecidas de ríos y deslizamientos complican labor de organizaciones que atienden al 29% de la población

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Un aguacero que se prolongó por seis horas en Desamparados de Alajuela fue el causante de un derrumbe que puso en peligro el tanque de abastecimiento comunal del acueducto.

Una situación parecida se vivió en agosto en Palomo de Orosi, Cartago, donde hubo que colocar nuevas tuberías provisionales en zonas que antes eran boscosas y que ahora han sido consumidas por el cauce del río. También ocurrió en Guayabo de Mora, San José, donde la topografía del terreno no ha soportado la intensidad de los aguaceros y ha obligado a la Asada a construir pasos aéreos para abastecer de agua a la población.

En Costa Rica, hay 1.400 Asociaciones Administradoras de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (Asadas) que abastecen a cerca de 1,5 millones de habitantes, es decir, al 29% de la población.

Las Asadas están en manos de organizaciones comunales con escasos recursos, condición que las hace aún más vulnerables a los efectos del cambio climático que produce un incremento en las lluvias que provoca desbordamiento de ríos, cabezas de agua y deslizamientos que destruyen tuberías e instalaciones.

“Las Asadas económicamente no tenemos capacidad para cuando se nos presenta un problema, ver cómo lo solucionamos, sino que debemos ver cómo buscamos ayudas. El peligro aquí es que el tanque se nos vaya al río, pero como Asada también tenemos que prever que la comunidad va creciendo y que vienen nuevas generaciones a las que tenemos que dejarles algo mejor de lo que tenemos”, manifestó Xinia Carrillo, vocera de la Asada de Rosales de Desamparados, en Alajuela.

Aquí, la Asociación realiza un monitero de la zona que les ha llevado a concluir que la erosión en el sitio se debe, principalmente, a efectos del cambio climático.

Esas acciones de vigilancia son necesarias, como lo ratificó Ramón Araya, de la Unidad de Normalización y Asesoría de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).

Según dijo, es urgente que las asociaciones administradoras hagan diagnósticos para identificar cuáles son las principales amenazas de sus comunidades, porque cada Asada “es un mundo aparte”, ya que tienen particularidades definidas por su ubicación geográfica y el entorno al que le dan el servicio.

Araya explicó que al identificar las vulnerabilidades y los componentes del sistema de acueducto que están expuestos a posibles daños, se pueden preparar planes de gestión del riesgo con acciones concretas.

Racionamientos

Sin embargo, el cambio climático también supone otro problema que vive en carne propia la comunidad de Carit de Puriscal, en San José: la falta de suministro de agua potable.

Aquí, desde el 2018, las fuentes naturales del líquido “se bajaron” más de un 60%, por lo que a partir de ese año tuvieron que adoptar medidas y políticas que nunca habían requerido, explicó David Acuña, vocero de la Asociación.

“Por ejemplo, tuvimos que racionar en las noches, especialmente en Semana Santa. Nosotros somos una comunidad de aproximadamente 2.300 habitantes que va en aumento constantemente y ha sentido la presión del problema de agua de la cantonal de Puriscal en los últimos años, que no tiene agua en disponibilidad, entonces la gente se tiene que ir a lugares cercanos al centro para buscar agua en otros acueductos”, contó.

Para enfrentar esta problemática han apostado por educar a los niños de la zona sobre el valor del agua y la importancia de racionarla, para que entiendan que no es solo abrir el tubo, sino ver de dónde nace el líquido, las captaciones y el trabajo que tiene que hacerse para suministrarlo hoy y para conservarlo a futuro. “Por decirlo así, a las cabezas de familia se les enseña por medio de sus hijos”, afirmó.

Adaptación

El trabajo de las Asadas para brindar agua potable es gigantesco e implica enfrentar muchas amenazas, como el crecimiento de las poblaciones en las zonas periféricas a las ciudades, deforestación en zonas muy cercanas a los mantos acuíferos, disminución de caudales en ríos, peligro de desertificación, contaminación por basura o agroquímicos o peligro de deslizamientos masivos de tierra e inundaciones.

Por eso, recientemente se echó a andar un proyecto llamado “Asadas Resilientes”, que pretende fortalecer a 61 Asociaciones Administradoras de Acueductos Comunales de la Gran Área Metropolitana y ciudades periféricas en su capacidad de resiliencia y adaptación al cambio climático, mediante una mejora integral de la gestión.

Se trata de una iniciativa del programa Euroclima+, financiado por la Unión Europea y ejecutado por el Centro de Derecho Ambiental y de los Recursos Naturales (Cedarena), con el apoyo del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).

Cedarena señala que la palabra resiliencia indica la capacidad que tenemos de recuperarnos ante una situación adversa, aprender de ella y poder continuar adelante, y el cambio climático “es la amenaza ambiental más grande que tenemos como sociedad” y pone en riesgo el suministro del agua potable, en especial a las poblaciones más vulnerables como las de bajos ingresos o las que viven en zonas susceptibles a desastres.

“Nadie sabe la presión que para una Asada significa que la urbanización solicita y solicita permisos o disponibilidades de agua y ellos tienen cada vez menos producción, y como es necesario y se justifica, es urgente que estos sean operadores fortalecidos”, comentó Irene Murillo Ruin, directora ejecutiva del Centro.

El proyecto está trabajando con Asadas de las subcuencas Reventazón, Virilla, Pirrís, Grande y Candelaria, y su fin último es aportar trabajo y conocimiento para garantizar el derecho humano de acceso al agua en cantidad, calidad y de manera continua. Para esto ya se están implementando diversas etapas del trabajo, como un diagnóstico del estado de la situación de las Asadas en sus diferentes ámbitos de gestión, en relación con su vulnerabilidad y capacidad de adaptación y resiliencia al cambio climático, esto con enfoque de género.

Como parte del proyecto, además, se está ejecutando un proceso de capacitación en diversas temáticas, como en el análisis del nuevo Reglamento de Asadas, la formulación de proyectos, la gestión integrada del recurso hídrico y la elaboración de un plan de comunicación para dar a conocer el impacto de este trabajo.