Falta de agua empuja a miles de hogares a una odisea

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Miles de familias se levantan en carrera, de madrugada, para atrapar en baldes, ollas y botellas el chorro de agua que baja con poca presión por los tubos de sus casas.

Solo así o en una fila, a empujones y frente a un cisterna, es que logran conseguir el líquido para satisfacer sus necesidades básicas.

Sin importar la edad o el sexo, esta odisea pone a prueba el ingenio de todos para sobrellevar la desesperación que ha generado una extensa temporada seca en las siete provincias de Costa Rica.

“A mí se me tambalean las piernas y, aun así, salgo de madrugada, como todos los vecinos, a correr por agua a un tubo que hay a unos 300 metros. Estamos secos y nadie se imagina lo terrible que es tener sed”, expresó Esmeralda Dormes, de 66 años y vecina de Alajuelita.

La estación lluviosa del 2012 quedó debiendo precipitaciones y se combinó con un verano que acumula cinco meses de mañanas y tardes de pleno sol, lo que ha afectado el recurso hídrico en el país.

“En el Caribe, las lluvias disminuyeron hasta un 30% y en el Valle Central, hasta un 20%. No sabemos cuánto va a tardar para normalizarse la situación”, indicó Luis Valverde, investigador del Instituto Meteorológico Nacional (IMN).

Según el IMN, en todas las provincias hubo disminución de lluvias y aunque empiezan a darse los primeros signos de la llegada del invierno (ayer llovió fuerte en el Valle Central y en la zona norte), la escasez no se solucionará con los aguaceros de unos pocos días.

Las empresas que proveen agua cruzan los dedos. Dicen que este es el verano más crítico de los últimos 12 años. Sus reservas han sido golpeadas. “Heredia centro percibe 6 millones de litros menos por día, lo cual implica la necesidad de hacer racionamientos en las distintas comunidades”, aseguró Andrea Fonseca, vocera de la Empresa de Servicios Públicos de Heredia.

La situación más crítica se vive en comunidades como Alajuelita, Aserrí, Desamparados, Ciudad Colón y El Tejar de El Guarco (Cartago), pero también sufren poblaciones rurales que experimentan las consecuencias de un problema que se agrava con el paso de los años.

“Esta estación seca afectó a más comunidades. Solo en la Gran Área Metropolitana afectó, de uno u otro modo, a unas 328.000 personas”, dijo Sergio Núñez, subgerente de Sistemas de Agua en Acueductos y Alcantarillados (AyA).

“Las cosas se van a poner peor. La gente no lo valora y gasta más de la cuenta mientras otros la vemos duro, más cuando hay chiquitos en la casa”, manifestó Marta Flores, quien es madre de cinco niños.

Como esta vecina de calle El Mango, en San Josecito de Alajuelita, hay varias madres que cuentan lo difícil que representa el trajín mañanero de bañar a sus hijos con baldes antes de ir a la escuela.

“El agua viene sucia. Hay niños que la toman y están con vómitos y diarrea. Otros tienen brotes en la piel”, dijo Yerling Gómez, vecina de El Tejar de El Guarco.

Sin fronteras. En comunidades rurales hay quienes caminan kilómetros para bañarse en ríos, ponen estañones en los patios a la espera de la lluvia y en Los Chiles, en la zona fronteriza norte, hay familias que comparten agua con el ganado.

“Levantarme a recoger agua a la 1 a. m. ya es una rutina. No es calidad de vida para nadie, pero pareciera no haber salida a este desierto”, narró Carlos Montoya, vecino de Cartago.

Colaboraron los periodistas regionales y corresponsales Carlos Hernández P. (zona norte) , Diego Bosque (Limón), Carlos Vargas (Liberia), Jorge Umaña (Orotina) y Fernando Gutiérrez (Cartago).