Ella es Olama Hurtado, opositora del régimen de Ortega que se exilió en Costa Rica

La mujer, de 42 años, estuvo presa por 46 días, fue sometida a largos interrogatorios y tuvo que huir de Nicaragua en 2021 ante nuevas amenazas del régimen de Daniel Ortega

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Algunas decisiones en la vida se toman en automático, sin pensarlo, no tienen consecuencias negativas o positivas: se piensan y se ejecutan. Hay otras, como mudarse, estudiar una carrera universitaria, cambiar de empleo, iniciar o acabar una relación amorosa, que se meditan mucho más. En paralelo, existen aquellas que se disfrazan de inocentes o irrelevantes, pero esconden una larga lista de secuelas.

Una de esas decisiones, de especie camaleónica, llegó a la vida de Olama Hurtado, nicaragüense de 42 años, el 19 de abril de 2018. Ese día, en medio de una intensa protesta en Managua, Nicaragua, ella tomó una bandera patria, subió al techo de un autobús que había quedado atrapado en la manifestación y alentó a los manifestantes a no dejarse intimidar por los policías antimotines.

Mientras Olama escalaba las paredes del bus, fotógrafos, camarógrafos y reporteros de medios digitales capturaban el momento. Hay una foto de ese instante que se hizo viral en Twitter, en la imagen se ve a la mujer, con una blusa negra de tirantes, un jeans rasgado, su mano izquierda apuntando al frente con la bandera nacional y detrás un gran cielo nublado.

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Fue una cosa de segundos, pero con efectos que perduran hasta el día de hoy, pues aquel arrebato la puso en la mira del régimen de Daniel Ortega.

“A mi se me ocurrió agarrar una bandera, subirme al bus y ondear la bandera en forma de reto y animar a mis compañeros”, relata en medio de una risa tímida, de esas que se escapan cuando recordamos un episodio de vida que no terminamos de creer.

“No sabía que me estaban grabando, en live de 100% Noticias, uno de los medios más vistos en Nicaragua, terminaron viéndola más de 500.000 personas”.

Olama no es nueva en el activismo social nicaragüense, pero admite que jamás imaginó que los oficiales del régimen se atreverían a asesinar manifestantes o a encarcelar, sin razón, a cientos de personas, incluida ella. “Yo siempre he sabido que son personas que están enfermas de poder, pero llegar a ese nivel de maldad nunca lo imaginé, honestamente”.

Según la organización Presas y Presos Políticos Nicaragua, hasta octubre de 2022 había 235 personas encarceladas en ese país por razones políticas: 209 hombres y 26 mujeres.

Meses después de trepar el autobús Olama estuvo entre la lista de presos. Por 46 días fue llevada a las celdas de El Chipote, la cárcel de la dictadura, por llevar agua a un grupo de madres que se mantenía en huelga de hambre en una iglesia en Masaya, al sur de Nicaragua.

“Estaba rodeada la iglesia, nos informan que a las madres les habían cortado la electricidad y los suministros de agua (...) Entonces, nos organizamos, fuimos como 60 personas en caravana de Managua a Masaya para llevarles agua, cuando llegamos fuimos advertidos por la Policía, que nos fuéramos, fueron muy violentos con nosotros”.

Pese a la amenaza, Olama y sus compañeros se quedaron para pasar botellas de agua a las madres, el acto de solidaridad costó la detención de 16 personas. Otra vez una foto de Olama se hizo viral, ahora lleva un uniforme azul, las manos esposadas y la frente en alto.

Para justificar la captura, según la mujer, oficiales del régimen colocaron armas de fuego en los vehículos que viajaban y los acusaron de posesión ilegal de armas.

“En esos momentos solo tenía en mi cabeza a mi hijo, que en ese momento tenía ocho años, era mi única preocupación. Yo sabía el riesgo que corría involucrándome de esa manera, yo lo tenía bien claro”.

En el traslado a la cárcel, la nicaragüense fue golpeada por oficiales y mientras estuvo presa fue sometida a constantes interrogatorios. En ocasiones, la despertaban a las 2 a. m. para ser sometida a largos cuestionarios.

“Creo que en aquel tiempo estábamos en un contexto diferente, había cierto margen para la protesta y hubo muchísima presión internacional, de gobiernos, de organismos multilaterales, de organismos de defensa de Derechos Humanos e, incluso, sanciones de los Estados Unidos”.

El exilio

Luego de salir de prisión, Olama decidió bajar el perfil, pero siguió involucrada en movimientos sociales. Sin embargo, en 2021 se vio obligada a huir a Costa Rica para preservar su libertad y seguridad. Salió de Nicaragua cruzando fincas de amigos que están en la frontera.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre agosto de 2021 y marzo de 2022, 150.000 nicaragüenses tuvieron que exiliarse en Costa Rica. Algunas organizaciones apuntan que, desde el estallido social de 2018, casi 300.000 nicaragüenses tuvieron que salir del país, entre ellos decenas de periodistas.

La salida, según el testimonio de Olama, ocurrió cuando apresaron a cuatro de sus tíos, entre ellos Cristiana Chamorro Barrios, hija de la expresidenta Violeta Barrios, presidenta de Nicaragua entre 1990 y 1997.

“Me llegaron a buscar, también llegaron a buscar a mi pareja, porque ambos somos opositores. Llegaron a nuestra casa, yo no pude regresar a mi casa”.

De la noche a la mañana, Olama tuvo que organizar una huida de su país sin, ni siquiera, poder hacer una maleta. Nada de seleccionar ropa para llevar; nada de revisar qué artículos personales empacar; nada de finiquitar proyectos; nada de pagar cuentas de servicios pendientes; nada de despedidas.

Por cinco semanas, pasó escondida en casas de amigos junto a su hijo. Finalmente, en julio de 2021 decidió salir hacia Costa Rica. Ya en suelo nacional, la mujer tuvo que arrastrar un “sentimiento de culpa”, pues afirma que siente que abandonó a los familiares presos y a quienes se mantienen luchando contra el régimen de Ortega.

¿Cómo se le explica a un niño de 11 años que debe salir de su casa de repente? “Es difícil, para él fue bien duro el cambio, lo sacamos de su casa cuando estaba dormido y nunca más volvió (...) Yo trato de explicarle con palabras sencillas, él entiende que si mamá regresa a Nicaragua va a terminar pasando lo que pasó cuando él se quedó solo por varias semanas”

Desde Costa Rica, la opositora ha tratado de continuar con su vida: tuvo un hijo, trabaja y no pierde de vista lo que pasa en Nicaragua. “Hay una oposición muy golpeada, que se está tratando de organizar desde el exilio, pero falta mucho trabajo y mucho tiempo para presentar una alternativa de poder frente a Daniel Ortega”.