‘Debo quedarme por mi mamá': costarricenses en Florida cuentan congojas por nueva ley migratoria

La vida ha cambiado para los inmigrantes es este estado; las rutinas, el ánimo y los sueños han cambiado

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Decenas de costarricenses, como muchos otros inmigrantes en Florida, Estados Unidos, viven días de miedo e incertidumbre ante la posibilidad de ser deportados, por las nuevas reglas impuestas.

Ir a trabajar, conducir el vehículo, o llegar a buscar servicios de salud se vuelven situaciones amenazantes.

Todo comenzó en mayo, cuando se anunció la Ley SB 1718, considerada la más severa en Estados Unidos en contra de los migrantes indocumentados. Esta normativa comenzó a regir el 1.° de julio impulsada por el gobernador Ron DeSantis, quien aspira a ser el candidato del Partido Republicano en la elección presidencial del 2024.

Ticos allá cuentan su vivencia.

‘Debo quedarme por mi mamá'

Cristina –quien pidió mantener su nombre en reserva por temor– es natural de Moravia y reside en Fort Myers desde hace tres años. Tenía la intención de quedarse solo por un año, pues tiene familia en Estados Unidos, pero debido a la pandemia, extendió su estadía.

Trabaja en un restaurante y no posee documentos legales. Además, se encarga de su madre de 74 años, quien recibe cuidados paliativos debido a un cáncer.

“Fue como un golpe de realidad, afectando mis planes, mi tranquilidad y la estabilidad de mi vida. Ya no puedo moverme con la misma libertad. Muchas personas que trabajaban en el mismo lugar que yo decidieron irse”, relató.

Ella misma consideró esa opción, pero buscó asesoramiento legal y una abogada le aconsejó seguir viviendo como hasta ahora. De hecho, esta abogada fue quien la ayudó a tranquilizarse, ya que se encuentra en el umbral de iniciar un proceso para regularizar su situación migratoria.

“Estaba aterrorizada y vulnerable. Aún no me atrevo a conducir largas distancias para visitar a mis hijas. Ha sido muy duro, se ha perdido mucho en los campos de cultivos. Esta ley es muy discriminatoria y no puedo abandonar a mi madre, debo quedarme por mi mamá ya que la atiendo y la llevo a recibir atención”, explicó.

‘He perdido mucho el ánimo’

Lizeth Samaria Chinchilla Marín ha residido en Naples por 29 años. Antes vivía en Puerto Limón, Costa Rica. Ella se dedica a la limpieza de casas a domicilio y posee la ciudadanía estadounidense. “Sami”, como le dicen de cariño, afirma sentirse desanimada por la nueva ley.

“Me duele mucho porque, aunque soy ciudadana, una vez no lo fui. Yo primero soy latina y costarricense y veo a mis amistades asustadas. Se nota la salida de personas, ahora uno pasa por las construcciones y no se ve gente, el Walmart está casi vacío de latinos los fines de semana”, relató.

Sami afirma que ha brindado apoyo y consuelo a personas que han sido discriminadas, ya que incluso para realizar un depósito bancario, ahora se les solicita mostrar la licencia de conducir. “Un amigo me dijo que solo por no tener una licencia, no puede salir adelante ni ir a su banco a retirar el dinero que tiene allí”, agregó.

Esto ocurre, señaló la limonense, aunque son los latinoamericanos los que trabajan en el campo, la construcción y otras tareas que los estadounidenses ya no realizan. En su opinión, la Ley SB 1718 les cierra todas las puertas.

“He perdido mucho ánimo. Me siento deprimida y he recibido muchas llamadas en las que me preguntan si conozco algún trabajo donde no se requiera identificación. Le alquilo un cuarto a una persona sin papeles, pero no puede pagarme porque se quedó sin trabajo. Me parte el corazón, todos quieren y pueden trabajar, pero un documento los frena”.

‘Quizás debamos irnos a otro estado’

Kattia Mondragón es oriunda de San José pero desde hace siete años reside en el condado de Lee, después de casarse. El matrimonio tiene un negocio de remodelaciones que se ha visto afectado por la nueva legislación; incluso evalúan si podrán quedarse en Florida.

“Estamos muy afectados por la falta de personal, porque al darse el anuncio, antes de entrar en vigor la ley, los empleados empezaron a irse a otros estados. Mi esposo tenía como 25 empleados y ahorita contamos con ocho”, explicó.

El caso es que no dan abasto y el factor humano también los ha afectado mucho.

“Teníamos trabajadores de muchos años y hemos visto a familias enteras dejar las cosas que con mucho sacrificio han conseguido para huir asustados. El temor es que si los padres son devueltos, sus hijos queden en casas de otras familias. Imagine el horror de estas personas”, expresó.

Las personas, afirmó, viven con mucho miedo y pendientes del WhatsApp que los alerta de retenes de tránsito y puntos de control.

“Mi esposo y yo hemos estado conversando que, si el Gobierno Federal no bloquea esta ley, quizás debamos irnos a otro estado. Uno como dueño de negocio empieza a pensarlo porque todo esto, suponemos, será una caída para la economía de Florida”.