Cimarrona y jóvenes dan vida a la iglesia pampera

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El calor de una misa mañanera en Cañas, Guanacaste, no aburre a ninguno de los que escuchan desde las bancas del templo.

En esa ciudad pampera, el sacerdote Juan Carlos Vargas lleva el sonido de las trompetas y los tambores de la cimarrona para lograr cercanía con el pueblo mediante una de las tradiciones que más disfrutan los feligreses.

El padre Vargas está consciente de la necesidad de involucrar a más familias y jóvenes con la Iglesia mediante una actitud agradable.

Es así como con actividades pastorales, el cura párroco saca su tiempo para conversar con los muchachos sobre los temas que más les preocupan.

En esos espacios, el padre atiende, sin rubor, todas las dudas que tengan sobre sexualidad, uso de preservativos y noviazgo.

“Son temas que ellos traen a colación y que los comentamos. Hay que demostrarles a los jóvenes cuál es la forma de vivir una sexualidad y un noviazgo sanos”, manifestó el padre Vargas.

Él cree que la negación absoluta ante los temas de la sexualidad o responder con evasivas más bien desestimula a los muchachos.

“No se trata de que el padre le diga a todo que no. Nosotros somos guías y les enseñamos que hay formas de vivir la vida. Son muy importantes los canales de comunicación con los jóvenes”, dijo el sacerdote de Cañas.

Algunos padres, como Carlos Humberto Rojas (de la iglesia La Soledad), utilizan redes sociales como Facebook, medio que también se convierte en una plataforma para dar mensajes positivos.

“Sin importar si es una zona urbana o rural, o en familias donde hay problemas de desintegración, el sacerdote tiene la misión de ser un guía espiritual para ese joven, y orientarlo”, añadió el padre Juan Carlos Vargas.