‘¿Qué nos ha enseñado la pandemia? Que el ser humano es culpable de todo’, afirma salubrista y microbiólogo

Darner Mora, director del Laboratorio Nacional de Aguas, insiste en la necesidad de estudiar el ambiente para entender la pandemia y llama a prevenir un aumento explosivo de contagios en época de lluvias

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Desde antes de que la covid-19 fuera declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el microbiólogo y salubrista Darner Mora Alvarado comenzó a escribir sobre el SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus que ocasiona esa enfermedad.

En total, ha publicado 102 artículos en este medio. En ellos, ha informado sobre la importancia del viento y el sol durante el verano para proteger la salud, especialmente en pandemia; y hasta ha escrito sobre el ego humano, capaz de manejar su entorno sin reparar en las consecuencias globales de sus acciones.

Mora Alvarado dirige el Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), donde ha encabezado el rastreo del coronavirus en aguas residuales. El siguiente es un resumen de una conversación sostenida con él, el 15 de marzo.

– Usted finaliza su más reciente artículo de opinión con esta frase: “Así como el daño a la biodiversidad originó y expandió el virus, también la madre naturaleza nos da las condiciones necesarias para combatirlo”. ¿A qué se refiere?

– Me refiero al sol, al agua, al viento. También al aseo, a la higiene, al jabón, y a la cultura higiénica de un país. El conocimiento del clima y el conocimiento para entender que, en Epidemiología, lo que uno cree que está escondido, está cerca. En esta pandemia, estoy seguro de que el clima juega un papel superimportante. La madre naturaleza nos da la solución para, al menos, corregir. ¿Por qué los países fríos se contaminaron tanto y tienen en estos momentos contagios tan altos? Primero, porque el frío y el invierno los obliga a hacinarse. Usan calefacción, y esto promueve la diseminación. Es así de sencillo.

– Desde el punto de vista de la localización geográfica y la presencia de microclimas en el país, como salubrista, ¿qué ventajas en el control de la pandemia puede tener Costa Rica?

– Una de las virtudes es que nuestro país tiene un clima muy adecuado para proteger la salud porque no es de extremos, como en gran parte del mundo. Por ejemplo, Panamá, que es vecino, tiene un clima semejante, pero más caliente y húmedo. Ellos usan mucho el aire acondicionado. Es el país más caliente y más frío del mundo a la vez. Usted llega a cualquier hotel y entra a un frío de 17 grados.

- El shock térmico.

– Es correcto. Nosotros, al tener un clima tan noble, el uso del aire acondicionado es muy esporádico.

– Desde antes de la pandemia usted comenzó a escribir sobre el SARS-CoV-2 sin saber hasta dónde llegaría ese virus.

– Cuando se asoman los casos en Wuhan, el 17 de diciembre de 2019, llamé a mis muchachos del laboratorio y les dije: ‘Piensen que esto va a llegar acá; preparémonos para detectar el virus lo más pronto posible’. El primer artículo fue ‘El ego y la Ecología’, porque todo lo que está pasando es parte del ego.

– ¿Cómo podemos vincular la Ecología con la Salud Pública?

– El que no maneja la Ecología no maneja la Salud Pública. Para entender el papel que juega el germen en nuestro organismo tenemos que tomar en cuenta el ambiente. No hay pandemia que no tenga que ver con el ambiente. Si uno no estudia el ambiente, no entiende las pandemias.

– Volviendo a lo que estamos viendo en Europa...

– El problema en este momento es que ellos descuidaron todas las medidas de protección. Sobre todo, Italia y España.

– ¿Y por qué las descuidaron? ¿Es un asunto de ego, como mencionó antes?

– Sí, juega con el ego y con la avaricia. ¿Qué nos ha enseñado la pandemia hasta el momento? Que el ser humano es culpable de todo. Es decir, esta avaricia y este consumismo que tenemos bota montañas, bota bosques.

– Una bioeticista dijo que esta pandemia era un control biológico (el SARS-CoV-2) de una plaga (los humanos).

– Así de duro. No quisiera que se malinterprete, pero los virus generan presión sobre la selección humana.

– Donde los más fuertes son los que resisten.

– Correcto. Los virus “más inteligentes” tratan de invadir al huésped y mantenerlo vivo. Este (el SARS-CoV-2) no es que lo mantenga vivo, es que invadió pacientes de más de 60 años, con enfermedades crónicas, y esos son los que se mueren. Al virus no le interesaba matarnos a todos. Concuerdo en que es un control biológico.

– Usted mencionaba la triada ecológica: agente, huésped, ambiente. ¿Cuál de esos tres es el elemento de mayor peso que definirá el curso de los próximos meses pandémicos?

– Sigue siendo el huésped. Todo depende de las medidas que apliquemos. El uso de la mascarillas, por ejemplo. Yo, de primera entrada, las aborrecí. La misma OMS dijo que no era necesario, pero después aprendí que eran necesarias. El lavado de manos, ¡ni siquiera lo dudo! Más bien, me ha molestado que las autoridades de Salud no le den el peso que merece. Porque una diferencia entre Costa Rica y otros países tiene que ver con el acceso al agua potable. La promoción de la higiene y la salud es fundamental. No solo tener agua potable, saneamiento y jabón. Entonces, todo se centra en el ser humano. Me trasladas a Europa, pero nos vamos a ir a Chile en este momento.

– Impresiona lo que pasa en Chile.

– Chile es el país más eficiente en vacunación de Latinoamérica, pero ayer (14 de marzo) tuvo más de 7.000 casos. ¿Qué pasa? Que se atienen a la vacuna, y sueltan lavado de manos, distanciamiento.

– Eso también nos puede pasar.

– Exacto. En este momento, nos va a pasar lo siguiente, y quisiera equivocarme: nos dimos cuenta que bajaron los casos. La gente cree o no tiene claro que estábamos en verano y que viene el invierno...

– Y entramos a una transición. Usted dijo que se debía aprovechar el verano para acelerar la vacunación. Si bien el nuestro no es un invierno europeo, ¿qué nos pueden traer las lluvias con la pandemia?

– Baja el nivel de radiación solar como un 30% menos. Al haber menos radiación, hay menos producción de vitamina D en las personas (necesaria para reforzar el sistema inmunitario), y también hay menos eliminación del virus en el ambiente.

– Desde su óptica como salubrista y a la luz del comportamiento de la curva pandémica, desde enero en Costa Rica, ¿se atrevería a proyectar qué pasará a las puertas de esta transición de verano a invierno?

– Sí, me atrevo. Me atrevo a decir que aquí vamos a comprobar si los costarricenses están comprometidos con las medidas de prevención. Porque al haber menos radiación solar, van a aumentar los casos por lo menos en un 50%. Si ahora estamos en 400 y pico, podríamos llegar a 1.000 o más si no mantenemos las medidas de contingencia. Al reducirse la luz solar en la medida que está en verano, el virus se va a propagar y a contaminar más.

– ¿Puede producirse una tercera ola como la que estamos viendo en otros países?

– Este es un punto polémico. En Costa Rica, no ha pasado de la primera ola técnicamente. Lo que hemos visto son crestas de la ola.

– El colapso que se anunció para enero, ¿podría darse ahora?

– Quizá no lleguemos a saturarnos tanto, pero sí van a aumentar los casos. Creo mucho en la triada. En el germen, el huésped y el ambiente. El que peca aquí es el huésped si no toma las medidas correctivas adecuadas, y no se da cuenta que el ambiente es un elemento importante, y no cree en el verano o en el invierno. (Los hospitales) van a saturarse.