‘En pocos países se ve un descenso tan pronunciado en fecundidad’, afirma director de CCP

China, Corea del Sur, Japón y Singapur tienen tasas similares a la de Costa Rica, un país con muchos menos recursos; los desafíos son grandes, advierte Gilbert Brenes Camacho

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El director del Centro Centroamericano de Población (CCP), de la Universidad de Costa Rica (UCR), ve muy difícil revertir la reducción tan acelerada que registra la Tasa Global de Fecundidad (TGF) en el país.

Gilbert Brenes Camacho no ocultó su sorpresa cuando conoció las estadísticas vitales preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), con el cual el CCP acostumbra compartir datos para sus análisis demográficos.

La caída de 6.426 nacimientos en el 2020 confirma una tendencia en la que Costa Rica lleva ya varias décadas, y que coloca la TGF en 1,4 hijos por mujer; una de las más bajas del mundo.

El siguiente, es un resumen de la entrevista:

– ¿Cómo interpretan esa reducción y qué significado tienen esos indicadores para nuestro país?

– Veníamos observando esto, sobre todo, las tasas globales de fecundidad proyectadas. Ya hay un desfase considerable desde el 2015. Nosotros habíamos planteado que se iba a llegar a una tasa mínima en el 2032, alrededor de 1,62 hijos por mujer, pero que hayamos llegado a 1,4 por mujer 12 años antes es bastante sorprendente.

– La realidad le ganó a la proyección.

– ¡Ahh, totalmente! Fuimos demasiado optimistas sobre cómo iba a bajar y fue bastante más pronunciado. Costa Rica ha tenido uno de los descensos de la fecundidad más rápidos del mundo. Entre 1955 y 1960, la tasa global de fecundidad era de seis o siete hijos por mujer, y que 60 años después lleguemos a 1,4 hijos; en muy pocos países del mundo se ha observado un descenso tan pronunciado.

¿A cuáles países nos igualamos en ese descenso tan vertiginoso?

– A varios del Oriente asiático que tuvieron políticas antinatalistas fuertes, como China. O bien con lugares que, por su desarrollo económico, se volvieron caros como Japón, Corea del Sur y Singapur, que siguen teniendo los récords más bajos de fecundidad. Este descenso en Costa Rica se equipararía a esos países de Oriente y a algunos de América Latina: Chile en los útlimos años, Brasil o Cuba.

¿Pero Costa Rica no tiene ni políticas antinatalistas como China ni aborto legalizado como Cuba?

– El descenso desde 1960 se puede atribuir a dos procesos que todavía los demógrafos de Costa Rica no han decidido, exactamente, a cuál de los dos se debe. Uno, es que en general, las autoridades de Salud fueron bastante abiertas cuando empezaron a surgir los métodos de planificación familiar. Costa Rica llegó a tener una de las prevalencias de conocimiento anticonceptivo más altas de los países en desarrollo, arriba del 90%.

“Esto se complementa con lo otro: a medida que Costa Rica recibía más información desde Estados Unidos y Europa, empezó a aumentar ese ideal de tener familias pequeñas; sobre todo porque Costa Rica se volvía cada vez más caro y hubo muchas familias que decidieron tener menos hijos. Creo que esto está relacionado con el descenso desde 2000: Costa Rica no solo se ha vuelto más caro, sino que ya nos hemos enfrentado varias crisis económicas de larga duración, como la que estamos enfrentando desde el 2015, lo que hace que los hogares, sobre todo de adultos jóvenes, sean pesimistas”.

En principio, se podría decir que es positivo tener menos hijos. También la incorporación de la mujer al mercado laboral.

– Desde el CCP, vemos ese lado positivo. Costa Rica le ha permitido, particularmente a los adultos jóvenes y a las mujeres, tomar la decisión sobre si quieren tener o no hijos, y tener acceso a métodos para planificar. Sí creemos que el descenso de la fecundidad durante la segunda parte del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI refleja que se han ampliado esos derechos reproductivos. Esas sí son buenas noticias.

¿Tiene esto algo negativo?

– Una parte es el desafío por el cambio, y esto no lo veo negativo. Si el descenso de la fertilidad fue más rápido de lo que esperábamos, eso quiere decir que posiblemente haya menos demanda de educación pública en el futuro. Esto puede mejorar la calidad de la educación al tener menos alumnos por profesor.

“Por ejemplo, las empresas deben empezar a analizar cómo sus mercados van a cambiar. Posiblemente, el mercado para los consumidores jóvenes va a disminuir, pero va a cobrar más importancia el de las personas mayores”.

Pensiones. ¿Qué visualizan para esas otras áreas?

– En 20 o 25 años habrá menos personas en edad productiva, y esto va a hacer que también se aceleren los problemas para garantizar el sostenimiento de las pensiones. Pero no solo en pensiones. Algo que evidenció el informe del adulto mayor, es que en el seguro de Salud y los servicios médicos hay un impacto del proceso de envejecimiento.

“Particularmente quienes somos adultos en edades intermedias, vamos a tener menos hijos y familiares que nos apoyen en el futuro, y vamos a tener que contar con nosotros mismos y no tanto con esa familia extendida”.

¿Costa Rica está lista?

– Parcialmente, sí. Todavía no hemos tomado decisiones muy serias, como el aumento de cotizaciones en las pensiones, o cambios en el seguro de salud con copagos. Costa Rica se está volviendo lenta en eso. En el pasado, sin embargo, se tomaron decisiones como la Ley de Protección al Trabajador. Ya desde 1999 las autoridades estaban pensando en leyes para que se compensara una posible reducción del régimen contributivo, y eso habla bien de Costa Rica. El otro ejemplo son todas las leyes del control del fumado y las iniciativas de la Caja, que harán que, pese al envejecimiento, al menos en enfermedades pulmonares haya un descenso.

“Esta pandemia por covid-19, sin embargo, podría retrasarnos, al menos unos años, los logros de ese tipo de iniciativas. La Ley de Protección al Trabajador fue muy previsora, pero si covid aumentó el desempleo y la informalidad, todavía habrá un porcentaje importante de población que llegará a edades avanzadas sin pensión”.