Ceaco ayudó a Gilberth a aprender a respirar de nuevo

Cartaginés agradece a equipo médico su recuperación, después de vivir no solo una crisis de salud sino un difícil momento económico luego de enfermer toda su familia de covid-19

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Fueron 28 días los que Gilberth Zúñiga Solano estuvo internado en el Centro de Atención Especializada para Pacientes de Covid-19 (Ceaco), una experiencia que no solo lo rescató de la muerte, junto a su familia; también lo obligó a mirar la vida con unos ojos muy diferentes a los que tenía antes de recibir la confirmación del contagio, el 31 de mayo anterior.

En todo este proceso, asegura, ha tenido el acompañamiento de decenas de funcionarios del Ceaco, que incluso hoy le dan seguimiento a su recuperación cardiopulmonar y a sus emociones. Le enseñaron a respirar de nuevo, y a vivir. Porque Zúñiga, metrólogo de profesión, no solo enfrentó una enfermedad que lo obligó a mirar de frente a la muerte. La covid-19 lo sumió en una crisis económica que amenazó la estabilidad de su familia, lo más importante para él en toda su vida.

El corazón de Zúñiga late por Ana Jakeline Azofeifa Romero, su esposa, y sus hijos Daniela (17 años), Alisson (15) y Diego (12). La covid y tratar con seres humanos a quienes calificó de “únicos” y “excepcionales”, como los que conoció en su paso por el Ceaco, entre junio y julio, lo han transformado como esposo, padre y ser humano, asegura.

“Cuando salí de todo esto, la última cita que tuve en Cardiología, me impactó demasiado ver la cantidad de carrozas fúnebres afuera del Ceaco y un familiar vistiéndose para ingresar por un cuerpo. Ver del otro lado de la calle carros con globos y gente que iba a despedir a su ser querido al cementerio. A mí, cuando me sacaron, iba en una silla de ruedas, y siempre pensé que pude ser uno de ellos. Tengo una oportunidad de vida que no quiero desaprovechar.

“He pasado cosas muy duras y difíciles. Es difícil retomar la vida. Cuando nos empezaron a dar las charlas de Psicología, yo todos los días lloraba. Hoy, casi seis meses después, mi vida ha cambiado. Hago ejercicio poco a poco. A veces siento punzadas en el corazón, dolores que uno se pregunta si estará bien. Ya las citas no son tan seguidas, por el cierre del Ceaco. Ahora será hasta enero, en el Ebáis. Salí hipertenso, se me subió el colesterol y tengo el hígado graso. Ya estoy mejor de los pulmones, pero cuando respiro o manejo mucho, el pulmón me duele”, afirma.

Cartaguito, como llegó a ser llamado, de cariño, en el Ceaco por ser vecino de El Tejar de El Guarco, en Cartago, prácticamente ha sido tomado de la mano por los especialistas, que le han permitido avanzar en su recuperación con terapia física, respiratoria y psicológica. Esto último, con ayuda del programa para pacientes poscovid en el que apoya la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA).

“Siento que todo esto Dios me lo dio para hacer un ‘estate quieto’. Yo llevaba una vida muy acelerada. Me tuvo que pasar esto para valorar más a mi familia, y entender que en el trabajo soy importante, pero en mi casa no soy reemplazable. Entender que si hay una segunda oportunidad de vida, es por algo. Dios me tiene para un propósito, aunque no lo entendamos.

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“La Caja tiene muy buenos profesionales. Lo más lindo que aprendí en toda esa experiencia fue el don de servicio, y lo vi en el personal de este gran centro médico, el Ceaco. Agradezco porque sé que en el hospital de Cartago también se preocuparon por mi esposa y mis hijos”, destacó.

Su esposa estuvo internada 11 días en el Max Peralta por covid, y con ambos padres enfermos, los menores estuvieron a punto de ser enviados a un albergue. El apoyo familiar evitó que esto sucediera, la aparición de ayuda, incluso de desconocidos, llevó la comida a la mesa en los momentos más difíciles, comentó Zúñiga.

“Me tomo el atrevimiento de hablar por otros pacientes, y en su nombre, dar las gracias al Ceaco, a la Caja y al Ministerio de Salud, a los grandes seres humanos que, en realidad, son ángeles. De muchos, no me acuerdo de sus nombres, pero a todos les agradezco. Gracias por esa amistad que nos dieron, el apoyo, el servicio y su calor humano. No tengo cómo pagarles”, manifestó.