Psicóloga Rocío Solís: ‘A esa edad, los jóvenes se creen indestructibles’

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Con una vasta experiencia en asuntos de niñez y adolescencia, la psicóloga Rocío Solís, exviceministra de Educación y actual presidenta de la Comisión Costarricense de Cooperación con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), conoce bien los encantos y los riesgos de las serenatas que, año tras año, organizan los futuros graduandos tanto en colegios públicos como privados.

¿Cómo describe las serenatas de último año de colegio?

Las serenatas son un culto al licor, pero también son la fiesta cumbre que tienen los jóvenes para culminar esa etapa de enseñanza-crecimiento. Como se han visto crecer unos a otros, es un momento importante porque van a estar solos, y esto les reafirma que dejaron de ser niños y están cerca de ser adultos.

¿Por qué la mayoría no concibe faltar a esa fiesta?

Para los jóvenes, es importantísima la opinión que de ellos tengan sus iguales. No asistir a la serenata puede traducirse en burlas, en que los hagan a un lado o los tachen de aburridos; lo mismo si van pero se niegan a participar de los juegos que hacen o las otras actividades.

”Por eso es importante que tengan una estructura de personalidad fuerte, para que puedan enfrentarse con la situación y logren decir ‘no’ a lo que no quieran hacer”.

¿Cómo saber si son lo suficientemente fuertes?

Aquellos con baja autoestima son los más vulnerables porque los más avispados suelen planear cómo embriagarlos y ponerlos a hacer el ridículo. El riesgo es que, en su necesidad de aprobación, de ser “populares”, acepten hacer cosas que en otras condiciones no harían.

¿Cómo manejar el tema de los permisos?

Dado que es una fiesta tan importante para ellos, yo sugiero dejarlos ir, pero hablándoles antes. Decirles: “Te voy a dejar ir, pero te recojo a cierta hora”. Eso es bueno porque, además, vemos en qué estado vienen, cómo se ven y se oyen.

¿Por qué las mujeres se mandan a hacer disfraces y eligen trajes tan descubiertos?

Recordemos dos cosas: que, a esa edad, los jóvenes se creen indestructibles y no tienen la noción de la consecuencia, por lo que no ven la relación entre sus acciones presentes y las consecuencias del mañana. Lo segundo es que, al crecer, los adolescentes no solo cambian físicamente; también hay transformaciones emocionales, sociales y culturales.

”Esa influencia social y cultural hace que ellas, en plena fase de exploración de su sexualidad, quieran ser provocativas sin medir el riesgo. Les gusta mostrar sus cuerpos sin pensar en que, rodeadas de gente alcoholizada, son muy vulnerables”.

¿Cuán informados están los padres de lo que ocurre en estas fiestas?

Están los padres que ignoran casi por completo lo que pasa, y los que se quedaron creyendo que son las mismas serenatas de hace 30 años; pero también están los papás y mamás alcahuetas, que hasta les compran el licor a los muchachos.

”Ellos deberían saber que es muy grave lo que hacen. En mi experiencia, he visto serenatas con finales muy tristes: intoxicaciones de hospital, iniciaciones en las drogas, violaciones y embarazos no deseados.

”Por eso, nunca está de más recordarles a los padres que los únicos responsables de sus hijos son ellos y que, además, deberían ser quienes mejor los conocen”.