Un viaje de lado a lado por la tierra que quería Edén Pastora

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Isla Calero, Pococí.- “Cuidado, con la terciopelo”, dijo el fotógrafo. El paso se queda en el aire, congelado.

“¿Dónde?”

“Aquí”, dice el fotógrafo, y señala dos pasos atrás el animal enroscado en su propio cuerpo, apenas iluminado por la luz que se cuela entre la maleza.

Son las 7 de la mañana del viernes 8 de enero. Este día será capturado el Chapo Guzmán, y los noticieros recordarán el terremoto de Cinchona, con una melancolía llena de tragedia.

Pero también ese día, un equipo de La Nación recorrió la tierra que Edén Pastora reclamó para Nicaragua y que la Corte Internacional de Justicia dejó en claro que es costarricense.

Oficiales de la Policía de Fronteras realiza patrullajes en la zona para mantener informados sobre los movimientos que se llevan en la zona. Andrés Arce.
Se trata de poco más de 150 kilómetros cuadrados entre pantanos y humedales llenos de serpientes y cocodrilos, apenas poblada en su sector occidental.

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La isla se levanta apenas entre los ríos San Juan y Colorado, en el último tramo de tierra fronteriza antes del mar.

Cinco años después de iniciado el conflicto tras la invasión militar del gobierno de Daniel Ortega, y con una condena de la Corte Internacional de Justicia que señala que el territorio es costarricense, La Nación se internó en la isla para cruzarla de lado a lado, desde la costa del mar Caribe hasta el río San Juan, y examinar en el campo, la tierra que estuvo en disputa.

Todo empieza en Delta Costa Rica, el lugar donde el río San Juan choca de frente con isla Calero. Allí, la bifurcación da vida al río Colorado, que riega los humedales del Refugio de Fauna Silvestre Barra del Colorado, el más grande del país.

Dos dragas trabajaban sobre el río San Juan en el sector de San Juanillo. Andrés Arce.
La ribera norte de la isla se extiende abrazada por el San Juan, mientras el sur lo besa el Colorado, cobijando pequeños poblados donde se vive de la pesca, algunas fincas de ganado, pequeños siembros agrícolas y narcotráfico.

Este último puesto en evidencia en los últimos años, y latente en los últimos días, cuando la Policía de Fronteras descubrió dos paquetes con trece armas de asalto, entre AK47 y FAL.

Precisamente, es en la delegación policial de Delta Costa Rica donde inicia el recorrido, en el poblado del mismo nombre que pertenece a la provincia de Heredia.

Por esas curiosidades administrativas del país, este territorio responde al cantón de Pococí. Para cruzar a Calero solo basta pasar por el Colorado, pero para llegar a la zona de conflicto, se debe tomar una lancha y bajar cerca de 40 kilómetros hasta la laguna de Agua Dulce, un cuerpo de agua que se desprende del Colorado hacia el norte, como una aguja líquida que se interna en la selva.

Oficiales de la Policía de Fronteras, casi a diario realiza pratullajes para inspeccionar la zona de conflicto. Andrés Arce.
Allí, el turista desprevenido deberá reportarse en el otro puesto policial, donde será advertido de los peligros de la zona: cazadores ilegales, narcotraficantes, serpientes y cocodrilos, además de la amenaza latente de encontrarse de frente con algún miembro del Ejército de Nicaragua, pues aquí, todo es posible.

Desde Agua Dulce, el último punto con acceso relativamente seguro es Santa Teresa, un puesto policial levantado a un lado de la laguna Los Portillos, desde donde se pueden ver las champas del Ejército de Ortega.

Campamento militar nicaragüense en la Laguna Portillos que se mantiene en el lugar desde que inicio el conflicto por la disputa de la zona. Andrés Arce.
Si se mira con un lente de largo alcance, se puede apreciar a los soldados que vigilan a los policías que también los vigilan.

De ahí en adelante, todo es cruzar el pantano, no majar una serpiente y evitar los dientes de los cocodrilos.

A pesar de la tensión militar y de los constantes patrullajes de la Policía costarricense, los pobladores de esta zona viven al paso de sus mulas, sencillos y aplastados por el bochorno que se levanta desde los cuerpos de agua.