Pruebas de bachillerato en Estudios Sociales satanizaron el papel de la tecnología

Durante los últimos 11 años, los exámenes han inducido a los estudiantes a asumir una visión añeja del desarrollo científico y tecnológico que ha deparado grandes avances a la humanidad

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Durante los últimos 11 años, los exámenes de bachillerato de Estudios Sociales han inducido a los estudiantes a asumir una visión añeja del desarrollo científico y tecnológico que ha deparado grandes avances a la humanidad.

Así se desprende de una revisión de las pruebas nacionales aplicadas a los alumnos entre el 2006 y el 2017, en el apartado de “desarrollo humano sostenible”, en el cual se hacen preguntas sobre la globalización y el ambiente.

Entre las preguntas con una concepción obsoleta de la tecnología detectadas por este medio, destacan algunas que sugieren que los avances tecnológicos son los causantes de la destrucción ambiental. Otras, por su parte, afirman que los aparatos electrónicos son los responsables del sedentarismo.

Asimismo, los ejercicios satanizan invenciones como la genética y la biotecnología, al afirmar que estas disciplinas benefician a las grandes potencias y afectan a las economías en desarrollo.

Se trata de items que son recurrentes en distintos años de aplicación de las pruebas, pues muchas de las preguntas de exámenes anteriores se reutilizan.

Estas preguntas, en general, pintan a las industrias científica y tecnológica con tintes más negativos que positivos. De hecho, es repetitivo el término “implicaciones de la revolución científica y tecnológica”.

Un ejemplo es la pregunta número 23 del examen de bachillerato del 2009: “La aplicación de la ingeniería genética favorece a las grandes transnacionales de los sectores agroquímico y farmacéutico que acaparan la investigación y las patentes mundiales en el campo de la biotecnología. Los grandes perdedores son los países subdesarrollados que poseen la mayor biodiversidad biológica y, dentro de ellos, los pueblos indígenas y campesinos que han desarrollado esa biodiversidad”.

Inmediatamente, se les consulta a los estudiantes cuál es una “consecuencia socioeconómica de la revolución científica y tecnológica” inferida de dicha afirmación.

Las alternativas son las siguientes: a) acentuar la inequidad en el disfrute de los avances científicos y tecnológicos, b) favorecer el desarrollo científico y tecnológico en los países subdesarrollados, c) desechar los conocimientos ancestrales en el desarrollo de la técnica y la ciencia y d) impedir la aplicación de los avances científicos y tecnológicos en los países pobres.

Visión “sesgada”

Luis Diego Monge, director de proyectos científicos y tecnológicos de la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE) y miembro de la junta directiva de esa instancia, considera que existe una concepción “satanizada” de los contenidos.

Esto ocurre sobre todo, explicó el experto, en lo referente a la propiedad intelectual de las invenciones en biotecnología.

“Mi opinión profesional como máster en Innovación Tecnológica es que la satanización de la protección a la propiedad intelectual viene de un análisis marxista de la evolución de la economía, en donde se cree que los ciclos económicos se originan en la acumulación de capital de unos pocos”, comentó Monge.

Según el experto, algunas preguntas, como la 23 del examen del 2009, presentan un “sesgo ideológico importante”.

“Se da a entender que la protección de descubrimientos provenientes de la ingeniería genética y la biotecnología afecta negativamente a países con diversidad biológica y los indígenas, quienes aprovechan esta diversidad natural. Lo anterior no es cierto, pues según el artículo 1, inciso 4, de la Ley 6867 de Patentes de Invención Dibujos, Modelos Industriales y Modelos de Utilidad, se excluyen de patentabilidad plantas y animales, así como microrganismos que se encuentren en la naturaleza”, enfatizó el especialista.

Monge explicó que, en Costa Rica, el derecho de los científicos biotecnológicos de proteger y lucrar con su investigación en temas genéticos se restringe a la generación de productos con utilidad específica, sustancial y creíble, tal y como lo establece el requisito de aplicación industrial para obtener una patente.

“Dicho lo anterior, no existe manera en que la existencia de un marco legal de protección industrial en Costa Rica afecte la biodiversidad de nuestro país, ni impacte a nuestros pueblos indígenas”, argumentó el científico.

Vea una recopilación de las preguntas sobre ciencia y tecnología planteadas en las pruebas de bachillerato de los últimos 11 años: del 2006 al 2017.
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Otro de los ejemplos de items presentados a los bachilleres en los exámenes afirma: “La ciencia y la tecnología han facilitado desarrollar tareas en menos tiempo y con menor esfuerzo. Ello ha aumentado el sedentarismo al disminuir las actividades físicas y destinar el tiempo de ocio principalmente a ver televisión o al uso de los aparatos electrónicos que existen en la actualidad para el entretenimiento”.

Ante esta interrogante, se consulta a los alumnos sobre la consecuencia que implica y se ofrecen estas opciones: a) el aumento de la convivencia familiar al reducirse las horas de trabajo, b) el incremento acelerado de la obesidad y de las enfermedades asociadas, c) la importancia dada a la cultura del ocio contra la desvalorización del trabajo y d) la continua sustitución de los seres humanos por máquinas por ser más eficientes.

“Decir que los robots van a sustituir a los humanos no debería ser considerado como una premisa verdadera. El ser humano es quien los crea y lo sustituirán en el momento en que el hombre piense que lo van a sustituir”, enfatizó Silas Martínez, director de la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología.

Martínez opinó que existe una “inadecuada visión de la tecnología desde la educación” y dijo que es urgente formar a los estudiantes desde la investigación, para que, antes de sacar beneficio económico de los avances tecnológicos, prioricen lo útiles que estos son para la humanidad.

“El buen uso que se hace de la tecnología proviene desde la investigación, del estudio, del aprendizaje de una cultura tecnológica y no porque una época lo marque. La tecnología va más allá del uso instrumental de un dispositivo... Hay que promover una formación adecuada, esta debe ser la tecnología para mi y no yo para la tecnología", agregó.

Luego de revisar algunas de las consultas planteadas a los estudiantes en las pruebas nacionales de los últimos años, José Roberto Vega, director del Laboratorio Nacional de Nanotecnología del Centro Nacional de Alta Tecnología (Cenat-Conare), concluyó que estas no proyectan el desarrollo tecnológico y científico del país.

“Las preguntas no reflejan de ninguna forma los avances científicos y tecnológicos que ha logrado Costa Rica en los últimos años. Desconozco el resto de las preguntas y no sé si el programa del Ministerio de Educación Pública (MEP) contempla el estudio de esos logros nacionales e internacionales, y su posterior evaluación”, declaró Vega.

Asimismo, el especialista expresó inquietud por la necesidad de que se estimulen la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática (vocaciones STEM, en el argot tecnológico) durante la secundaria, el cual consideró “un periodo fundamental” para el aprendizaje de estas disciplinas.

En una entrevista con La Nación, Pablo Mena, director de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP, había comentado que este 2018 se renovarían los contenidos de los exámenes de bachillerato.

El ajuste, dijo, obedece a que, desde el 2016 se cambió el programa de estudios para los estudiantes de educación diversificada (décimo y undécimo año) y, por lo tanto, este año las pruebas contarán con planteamientos renovados.

Consultado sobre el tema, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) respondió que no iba a referirse al respecto y delegó esa tarea al MEP.

Por otro lado, pese a reiteradas consultas a la oficina de prensa del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), tampoco fue posible obtener una opinión de esa entidad.

El origen de la revisión de las pruebas

La Nación pidió al MEP los exámenes de Estudios Sociales aplicados a los estudiantes desde el 2006 hasta el 2017 tras una serie de publicaciones que revelaron que estos ideologizaban a los bachilleres en temas históricos.

En ese contexto, Leonardo Garnier, exministro de Educación (2006-2014), denunció que el Gobierno de Luis Guillermo Solís revivió un programa de Estudios Sociales para bachillerato que estaba cargado de “sesgos ideológicos y falsedades históricas”, el cual todavía se enseñaba a los estudiantes de décimo y undécimo año.

Dado que el exjerarca de Educación dijo que el adoctrinamiento se venía dando desde que él ostentó la primera de dos gestiones como ministro, en el 2006, La Nación solicitó las pruebas aplicadas desde entonces.