Ottón Solís, personaje del 2014

Pese a que el fundador del PAC había prometido ser un peón del presidente Luis Guillermo Solís, este año estuvo marcado por las diferencias y la batalla que libró el legislador para recortar ¢307.000 millones del presupuesto nacional presentado por el Ejecutivo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Si la fracción legislativa del Partido Acción Ciudadana (PAC) fuese un ajedrez para el Gobierno, es probable que el diputado Ottón Solís Fallas sería la pieza de diferente color dentro de su formación. Además, en definitiva, Solís no jugaría como peón.

El fundador del partido, antes perenne aspirante a la Presidencia de la República y ahora presidente de la comisión de Asuntos Hacendarios, es la ficha que introduce la oposición dentro del propio oficialismo.

Solís no ha destacado por ser uno de los hombres cercanos al mandatario Luis Guillermo Solís; todo lo contrario: es quien ha obligado al Gobierno a hacer pausas en el camino desde sus inicios, a negociar, a renegociar, a ver cómo el manejo legislativo puede tornarse cuesta arriba, a poner a prueba la habilidad política e, incluso, a llevar a Zapote al límite de la incertidumbre en temas como la aprobación del presupuesto nacional.

“Soy la persona más predecible de este país. ¿Quién podría haber dudado de que yo no me iba a preocupar por que el presupuesto no tuviese desperdicios y abusos para hacerle recortes, si toda la vida he hablado sobre eso?”, manifiesta sentado en la silla de su despacho legislativo.

Lo sabían quienes recuerdan que renunció a su puesto como ministro de Planificación Nacional y Política Económica, durante la primera administración de Óscar Arias, por diferencias con el Ejecutivo. Lo sabían también quienes lo vieron como el diputado de Liberación Nacional, entre 1994 y 1998, que luchó por reducir gastos superfluos en el Congreso y que, desde entonces, fue radical en cuanto a la aplicación de la ética en la función pública.

De seguro, lo sabía asimismo Luis Guillermo Solís cuando lo convocó a la papeleta diputadil, apenas tres días después de la famosa encuesta de Unimer que advertía que apenas un 17% del electorado tenía idea de quién era el candidato presidencial del PAC.

Esta es la primera vez en la historia del país que una agrupación de centro­izquierda se hace llamar ‘oficialismo’. Es también la primera vez que Ottón Solís asume una curul bajo la bandera del PAC. Sin embargo, nada tiene por qué ser distinto ahora, o al menos no debería.

Fue él quien impulsó una discusión de dos meses y medio sobre los recortes al presupuesto pedido por sus propios partidarios para el 2015, y fueron sus alegatos los que llevaron al Congreso a una sesión extraordinaria el sábado 29 de noviembre para decidir sobre la aprobación definitiva del proyecto.

Fue Solís el único diputado del PAC que votó en contra. Fue una vez más oposición, sumándose así a la barrera que sostuvo la bancada verdiblanca.

“Yo no he cambiado”, insiste una y otra vez el economista. “Lo nuevo es que nada me estresa, nada me extenúa. Me han atacado y me entra por un oído y me sale por el otro; antes no era así. Esto del presupuesto conlleva mucha cosa: estudiantes, sindicatos, alguna gente del Gobierno... Antes era más sensible ”.

Solís, un académico de cepa, fue abucheado por los estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) durante una marcha para alzar la voz por las partidas que se destinarán a universidades públicas.

Él, un político que cree en la campaña de a pie, en subirse a los buses para hablar sobre planes de gobierno, fue objeto de una “megamanifestación” –en palabras de Albino Vargas, presidente de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)– como respuesta de los sindicatos a su “megamoción” para reducir en ¢307.000 millones el plan de gastos enviado por el Gobierno.

Al final, ese 29 de noviembre, Solís perdió su batalla por las reducciones en el presupuesto: 27 votos a favor y 22 en contra. “Triunfó el Gobierno”, dijo a radio ADN días antes, tras el primer debate del presupuesto. “La habilidad política de don Luis Guillermo es extraordinaria, lo demostró en campaña y ahora con llamadas, porque había una gran mayoría de los diputados a favor de los recortes”.

El fundador del PAC no fue peón del presidente. Se negó a sumar uno en la primera gran petición de Luis Guillermo Solís, pese a que en el programa Noche sin tregua , de Xpert TV canal 33, había asegurado que sería “un peón del gobierno” y que procuraría que a la nueva administración le fuera bien.

El ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, discrepa. ¿Cumplió el diputado su promesa? “Hasta el momento, no. Él ha tenido un criterio diferente a la administración Solís Rivera”, asevera el jerarca. “Se reconoce que el principal proyecto de este semestre fue el presupuesto y no tuvimos puntos de acuerdo”.

Sin embargo, entre una y otra de las respuestas para este artículo, Ottón Solís quiere hacer ver que su propósito inicial era hacerse a sí mismo a un lado para dejarle el camino despejado al mandatario, como el día en que Luis Guillermo Solís alzó los brazos en señal de victoria electoral en barrio La Granja. El padre del PAC no estuvo sobre la tarima en medio de las celebraciones; se quedó en la gramilla. “A mí me pareció un acto de acción ciudadana estar abajo. No me llamaron, pero yo lo entendí: ese era el día de don Luis Guillermo”, recuerda.

También tuvo intenciones de mártir la solicitud del puesto como ministro de Hacienda que Ottón le hizo al presidente luego de tener segura su curul en el Congreso.

“El trabajo del ministro de Hacienda es, entre comillas, sucio. Es de pelea con los que no quieren pagar impuestos, con los jerarcas del sector público y la Administración, que quiere gastar más. A mí me pareció que al PAC le servía que yo me metiera ahí y que Luis Guillermo se quedara en la parte bonita, haciendo los anuncios bonitos”.

Si Ottón Solís hubiese sido ministro y no diputado, una partida de ajedrez muy distinta se hubiese jugado con el abanderado de la austeridad en el centro neurálgico.

Dice estar muy seguro de lo que al país le conviene, pero también deja espacio a la duda sobre si está o no equivocado. De igual manera, afirma que el presidente es mejor que él en todo, y lo recalca sin querer entrar en detalles.

Solís compara la política con el oficio de construir, botar y volver a erigir una casa. Se considera un buen carpintero, se siente seguro de estar haciendo un buen trabajo, pero tiene un innegable talón de Aquiles. “Yo pienso que mi plan, mi visión es correcta, y la velocidad que quiero. Pero tal vez soy malo para convencer a los dueños del lote con el diseño que tengo”.

Es quizá por su insistencia en evitar los lujos que muchos le critican y le cuestionan por qué hay mobiliario fino en su despacho diputadil. Asegura que todo salió de su bolsillo: el armario donde siempre guarda los sacos para la sesión legislativa (pues durante el día usa chaleco y camisas sin corbata), una falsa chimenea, las sillas para visitantes y hasta la pintura y el rodapié.

El generaleño es un hombre que se fija desde los montos exorbitantes hasta en las minucias. Aquel miércoles de la entrevista, había sobre su escritorio una broca de taladro que dejó quien llegó a instalar los rodapiés. Costará, a lo sumo, unos ¢3.000, pero Solís la conservaba ahí, junto a una pila de papeles en desorden, junto a su computadora MacBook de modelo viejo y su taza de café servida desde buena mañana. Sigue esperando que el obrero vuelva por ella, pues le da lástima que la pierda.

La viga en el ojo propio

Cuando Ottón Solís fundó el PAC, 14 años atrás, la palabra corrupción era algo así como la paja en el ojo ajeno. No obstante, casi desde que se unió a la campaña, el propio fundador de la agrupación comenzó a emplearla para referirse a los suyos.

Fueron las disidencias con Víctor Morales Zapata –el diputado de confianza del presidente– las que avivaron el fuego, luego de que se conociera que ocultó haber enfrentado una acusación penal por un crédito otorgado de forma supuestamente irregular.

Solís amenazó con renunciar a sus intenciones de ser diputado si Morales no se iba. El entonces presidente del PAC, Olivier Pérez lo tenía claro: si Solís dejaba la papeleta, aquello hubiera sido una “crisis para el partido”.

Aún hoy, Solís no tolera ni escuchar el solo nombre del amigo y estratega del mandatario. “No me meta a Víctor Morales en esto, que si él quiere que diga algo de él... Nada”, responde con un tono alterado, casi apretando los dientes, cuando se le pregunta qué le hacen sentir, como fundador, los escándalos que afrontó su propio partido. De hecho, en ningún otro momento de la entrevista se salió de sus cabales.

Los dolores de cabeza no acabaron ahí para el legislador. Luego surgió la controversia por el préstamo de siete plazas de asesores legislativos al PUSC con el fin de conseguir apoyo para ganar la presidencia del Directorio. También se le caldeó el ánimo cuando se difundió que el Congreso infló una plaza de chofer para dársela a la presidenta interina del PAC, Kattia Martín.

“Cuando lo que criticábamos porque lo hacían otros y hoy lo disimulamos porque lo hacemos nosotros, somos igualmente corruptos que los otros. Eso me duele en la médula, pero me hace comprender que la radical y la velocidad mía son muy diferentes a la de mucha gente”, dice, algo cabizbajo.

Sabe que se ha ganado enemigos en los últimos tiempos, sabe que no es del círculo cercano del presidente, pero sabe también que su nombre no deja de ser figura de peso en la política nacional. Lo cierto es que, en este ajedrez, Ottón Solís juega a su manera.