La periodista Alicia Vargas partió tras su última lucha

Complicaciones de salud tras un derrame dos años atrás, apagaron su voz

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La periodista y educadora Alicia Vargas Gené falleció ayer cerca del mediodía, tras enfrentar problemas de salud durante los últimos dos años, luego de un derrame.

Vargas, de 88 años, en vida fue esposa del también extinto periodista Rodrigo Fournier, destacó en vida como comunicadora y educadora.

Se desempeñó como docente del Colegio Vargas Calvo y del Sión, y de las universidades Costa Rica, Nacional y San Judas Tadeo.

Además, fue directora del periódico Mujer y Hogar , y en el periódico El Universitario , de la Universidad de Costa Rica.

De una familia de cepa periodística, fue hija del periodista Joaquín Vargas Coto, y hermana de los comunicadores Joaquín, Arturo y Carlos Vargas Gené.

En 1989 recibió, junto con su esposo, el Premio Joaquín García Monge, por el microprograma Nuestra Historia Patria, transmitido dentro de la programación Panorama, de la Cámara Nacional de Radio (Canara).

En vida se preocupó por el rescate del patrimonio histórico de Casa Presidencial y por el desarrollo de la educación en general.

Herencia. Le sobreviven sus hijos Ana María, Alicia y Ricardo, siete nietos y cuatro bisnietos.

Su cuerpo fue velado en la funeraria Montesacro, en San Pedro de Montes de Oca, y sus funerales se realizarán hoy a partir de la 11 a.m. en el templo parroquial de esa comunidad.

Su yerno, el también periodista Eduardo Amador, la recuerda como una mujer perseverante, emprendedora y que siempre luchó por vivir, aun en su convalecencia.

“La gran cosa de ella es que siempre luchó por vivir, siempre estuvo dispuesta, conversona, disfrutaba de los nietos, los hijos y siempre reflejó un espíritu inclaudicable, hasta el último momento, siempre con una firma creencia en Dios”, recordó Amador.