¿Impuestos al plástico y un adiós definitivo al estereofón? Eso persigue este proyecto de ley

Iniciativa del Partido Acción Ciudadana (PAC) cuenta con el apoyo de todas las fracciones

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Los diputados impulsan la creación de un impuesto que gravaría con un 25% sobre su valor a los productos plásticos de uso cotidiano como bolsas para emparedados, platos, vasos y botellas de refresco, así como la prohibición absoluta a los artículos de estereofón.

Ese es el planteamiento de una iniciativa de ley del Partido Acción Ciudadana (PAC), que cuenta con las firmas de los congresistas de todas las fracciones.

El proyecto de Ley para solucionar la contaminación de residuos plásticos lo presentó la legisladora rojiamarilla Paola Vega a inicios de diciembre del 2018, y fue convocado por el Poder Ejecutivo para votarse en sesiones extraordinarias en el Congreso, período que concluye en abril de este 2019.

El documento, bajo el expediente número 21.159, se encuentra en la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Legislativa.

La propuesta persigue aplicar impuestos de entre el 10% y el 25% a artículos de plástico, ya sean materias primas o productos hechos a base de este.

Asimismo, propone prohibir por completo el uso de objetos de estereofón, como vasos, platos, cápsulas para guardar comida y embalajes industriales fabricados con ese material.

“Definitivamente, la tendencia mundial para reducir el uso de plásticos ha tenido que ser por vía impuesto. No es un impuesto que pretende enriquecer las arcas del Estado, sino que lo que quiere es cambiar una conducta. El estereofón queda absolutamente prohibido desde el inicio, porque es hasta más contaminante que el plástico”, explicó Vega.

El plástico y el estereofón son materiales catalogados por la ciencia como tóxicos por las sustancias que secretan al ambiente, así como por su lento proceso de descomposición, el cual puede tardar hasta un siglo.

Mayor gravamen a los más nocivos

El proyecto de ley persigue gravar los plásticos de acuerdo con su capacidad contaminante. Por eso plantea una escala del 10%, el 15% y el 25% de impuesto, según el producto.

El tributo más alto será para los plásticos de un solo uso –esos que utilizamos una sola vez, como las bolsas y las pajillas– y para los oxobiodegradables.

Estos últimos son materiales con un aditivo que acelera su desintegración, pero ese proceso de degradación no siempre es amigable con el ambiente.

Además de las bolsas para emparedados, platos y vasos, entre los artículos que tendrían el canon del 25% se encuentran las cucharas, cuchillos y tenedores desechables, así como los removedores de bebidas y pajillas.

En la lista de los objetos con mayor tasa de impuesto se ubicarían también las bolsas plásticas para el supermercado, la película plástica que usamos para envolver o empacar comida u otros objetos, y cualquier envase para almacenar productos líquidos o sólidos, tales como las cajas de mantequilla y las botellas de refresco.

Ese mismo 25% lo tendrán los polímeros de estireno en formas primarias, materia prima con la cual se elabora el estereofón.

En el segundo escalón del tributo, con el 15%, serían gravados los productos plásticos de usos múltiples y de larga duración. Por ejemplo, los contenedores para almacenar alimentos, artículos para el baño como duchas y jaboneras, los cepillos de dientes y cualquier mueble hecho con ese material.

Otras materias primas como los polímeros de etileno y de propileno en formas primarias, el politereftalato de etileno (PET) y los biopolímeros no compostables, todos usados para elaborar productos de plástico, tendrían un impuesto del 10%.

Los tributos se aplicarían, según corresponda, ya sea sobre el precio de venta al consumidor, o sobre el valor CIF del objeto, que comprende el valor de una mercancía en el país de origen, el flete y el seguro hasta el punto de destino.

“Se grava el plástico en diversas etapas. Por ejemplo, la importación, la fabricación, la venta… dependiendo del tipo de producto”, argumentó la diputada del PAC.

Quedarían exonerados de los impuestos los sectores médico y veterinario, pues por temas de asepsia, son industrias obligadas a usar plástico en grandes cantidades.

También estaría exento del tributo el agro, “porque no se le quiere golpear económicamente”, aclaró Vega.

Además, se excluye la importación de maquinaria y de equipo para reciclaje y para recuperación de residuos.

Más penalizaciones

El proyecto de ley también pide prohibir la importación de microplásticos –trozos diminutos de plástico–, los cuales están presentes en productos cosméticos como exfoliantes y en la pasta de dientes.

Ese material es considerado altamente nocivo para las especies marinas y para el ser humano, pues por ser menor a los 5 milímetros, los peces lo ingieren, y este pasa al hombre cuando consume productos del mar.

Adicionalmente, la iniciativa promueve una mayor rigurosidad en el etiquetado de los plásticos de un solo uso. La idea es que traigan la información completa respecto al material específico usado en su fabricación, así como una leyenda con sus efectos para el ambiente e indicaciones sobre cómo disponer de ellos adecuadamente.

Con el cobro de los impuestos al plástico, se vislumbra la recaudación de unos $25 millones anuales, dinero que se destinaría a un Fondo Azul para financiar actividades relacionadas con la recolección, la recuperación y la revalorización del plástico.

El proyecto es un esfuerzo paralelo a la Estrategia nacional de sustitución de plásticos de un solo uso (parte del Plan Nacional para la Gestión Integral de Residuos 2016-2021), de la Política Nacional para la Gestión Integral de Residuos 2010-2021 y de la Estrategia Nacional de Separación, Recuperación y Valorización de Residuos.

Según datos del Ministerio de Salud, a junio del 2018, en Costa Rica se desechan 564 toneladas de plástico al día, las cuales, en lugar de aprovecharse para el reciclaje, se entierran en rellenos, se acumulan en vertederos o se quedan tiradas en el ambiente.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), anualmente, se vierten al mar 13 billones de toneladas de ese material, lo que causa la muerte de 100.000 animales marinos.