El caos reina en Paso Canoas, la calle donde termina el país

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Paso Canoas. Corredores. Aquí el orden es el desorden. Los habitantes de Paso Canoas, en la frontera con Panamá, están demasiado ocupados en salir del caos diario como para pensar en quién votar.

Los carros y camiones avanzan hacia y desde Panamá sobre tres calles sin demarcar, topándose unos con otros, sin chocar gracias al prodigio de la casualidad.

La gente camina entre los carros en todas direcciones buscando precios en los puestos que parecen encaramados, unos sobre otros, en esta calle donde termina Costa Rica.

Aquí no hay espacio para pensar en políticos. Al menos así se expresan los vendedores y pobladores consultados por La Nación en los alrededores del paso de entrada a tierras canaleras.

“No tengo la menor idea sobre quiénes son los candidatos; no sé ni me interesa. Tal vez vaya a votar, pero tengo que sentarme a estudiarlos”, dice Patricia González, al otro lado del mostrador de una tienda de celulares, diagonal al parque de Paso Canoas.

La vendedora asegura que los políticos han quedado muy mal con las calles, el desorden en aduanas y el transporte.

Mientras habla, dos oficiales de Tránsito se ven pequeños en medio de furgones, taxis y carros particulares que pelean por un espacio para tomar la carretera rumbo a Ciudad Neily.

Aquí los problemas con la aduana, la organización territorial y la seguridad siguen en el catálogo de promesas sin cumplir.

“Estoy desentendido de la política. Hace falta más interés del Gobierno para generar más fuentes de trabajo. Con eso se combatiría”, se quejó Daniel Corella, vecino de Paso Canoas.