Desorden con trasplantes agrava el dolor de los pacientes

Hospitales no comparten datos sobre posibles donantes

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A cada día de espera soportando una enfermedad y un tratamiento doloroso, se le suma la incertidumbre de no saber si llegará el órgano que les salve la vida.

El desorden que impera en el sistema de trasplantes de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) agrava el dolor de los pacientes, que forman parte de las listas de la entidad.

¿Los hospitales comparten las listas de espera de pacientes que necesitan un trasplante para informar rápidamente cuando aparezca uno? La respuesta es no.

¿Hay supervisión institucional para garantizar que las personas fallecidas puedan donar? Igualmente, no.

¿Hay una base de datos sobre la cantidad de pacientes que necesitan un trasplante? Tampoco.

¿Hay protocolos para el traslado de órganos? No.

Cada una de esas respuestas, dadas por Álvaro Meoño, trabajador social del Centro de Trasplante Hepático de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), evidencian el caos en el que médicos y pacientes le pelean a la muerte un día más de vida.

El funcionario aceptó que la situación es desordenada, pese a que una ley vigente desde 1994 obligó a la Caja y al Ministerio de Salud a regular los trasplantes.

Mea culpa. Meoño lamentó lo que ocurre, pero alegó que, de momento, está amarrado de pies y manos para hacer más de lo que hace: apoyar a los pacientes que esperan por un trasplante.

El problema forma parte del día a día de la Caja, donde hay una oficina de coordinación de trasplantes que lleva dos años trabajando en la elaboración de programas y políticas que aún no impactan al asegurado.

“Estamos empezando a consolidar equipos de comunicación de trasplantes, una propuesta de política institucional”, afirmó Marvin Aguero, coordinador del programa de donación y trasplante de la entidad aseguradora.

Con las uñas. En la actualidad, de no ser por la voluntad de fundaciones creadas por pacientes y de médicos comprometidos con los enfermos, estos estarían completamente solos.

Así, médicos cirujanos como Mariamalia Matamoros, se ven obligados a transportar ellos mismos los órganos ante la falta de coordinación entre los hospitales.

Así es como los cirujanos recorren la ciudad de hospital a hospital para entregar a tiempo un órgano que evite la pérdida de una nueva vida.

Para Rosibel Arrieta, presidenta de la Fundación Vida Nueva, el trabajo se centra en dar la información que la Caja no da.

Ella, como sobreviviente de un trasplante de hígado, sufrió en carne propia el caos institucional.

“Hace falta voluntad, conciencia e información”, aseguró Arrieta, quien desde la fundación promueve campañas para generar conciencia sobre la importancia de donar órganos y de que las familias de personas que fallecen en quirófanos, autoricen la donación.

Arrieta manifestó que el problema va más allá de un desorden de papeles y llamadas, en momentos en que hay personas esperando por un trasplante de córnea, riñón e hígado para seguir viviendo.

Parte de este esfuerzo lo comparte con William Vargas presidente de la Fundación Costarricense Renal.

Vargas insiste en que el paciente debe tener más apoyo.