Africanos burlan control de Migración y se agolpan en frontera norte

Cientos se instalan en puerto Soley para tratar de salir por mar a San Juan del Sur

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La Cruz, Guanacaste.- Van y vienen, sucios, sudorosos, con cara de cansancio y hambre. Son cientos de hombres, mujeres y niños que esperan un chance para colarse a Nicaragua, y seguir en su ruta hacia Estados Unidos.

La Policía de Fronteras revisó documentos a una veintena de migrantes africanos que se trasladaban entre Peñas Blancas y La Cruz, en Guanacaste. Foto: Alonso Tenorio
Por muchas razones, ellos no deberían estar aquí, para esta fecha. Se supone que tendrían que haberse presentado a la Dirección de Migración y Extranjería, para firmar la medida cautelar que les permite libre tránsito por el país... pero no es así.

VEA: Galería de fotos de los africanos en la frontera norte

La firma debía hacerse en La Uruca, San José, sin embargo, esas oficinas están a 300 kilómetros de aquí, o bien, en Paso Canoas, al otro extremo del país, en la frontera con Panamá.

Por teléfono, la subdirectora de Migración, Gladys Jiménez, aceptó que no hay certeza sobre cuántos africanos vagan por el país. Tan solo 10, de los 811 africanos que recibieron el beneficio de libre tránsito, han cumplido con la orden de Migración.

Desde el 13 de abril, la mayoría de estos migrantes se comprometieron a firmar cada 15 días en las sedes de Migración para salir de los centros de atención y detención a los que fueron llevados por entrar de forma irregular al país.

Migrantes llegan en buses, busetas o autos particulares en busca de una ruta para cruzar la frontera. Foto: Alonso Tenorio
Pero hace una semana que se pasó ese tiempo, y hasta ahora Migración cae en cuenta de la cantidad abrumadora de migrantes africanos que burlaron las medidas cautelares.

La mayoría están aquí, mojados, asoleados, con los pies reventados pidiendo ayuda al Gobierno para que abogue ante el presidente nicaragüense Daniel Ortega y los deje pasar.

Migrantes africanos esperan que Gobierno de Costa Rica abogue ante el mandatario de Nicaragua para que los dejen pasar. Foto: Alonso Tenorio
Estos foráneos llegan en buses, busetas, carros particulares, con coyotes, taxistas o pidiendo ride , buscando una ruta para cruzar la frontera con Nicaragua. Basta con acercarse al puesto fronterizo para encontrárselos por media calle, con ojos saltados,y niños de brazos asoleados y sedientos, que ignoran porqué están allí.

Unos 500 metros más al norte, un grupo destacado del Ejército Nacional de Nicaragua, junto a decenas de oficiales de la Policía Nacional, los espera apostado al otro lado de la malla, cuadrados, empuñando sus armas amenazantes.

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Varados. En el cantón guanacasteco de La Cruz el tránsito de estos extracontinentales es parte del escenario.

Cientos se instalan en Puerto Soley para tratar de salir por mar a San Juan del Sur. Foto: Alonso Tenorio

Las madres amamantan a sus hijos sentadas en las orillas de la calle. En bahía Salinas, exactamente puerto Soley, centenares de africanos duermen a la intemperie sobre la arena, a la espera de una oportunidad de lanzarse al mar en lanchas para llegar a San Juan del Sur, en territorio nicaragüense.

Por las mañanas, los niños juegan con lo que se encuentran en la playa. Los pescadores de esta zona les han dado el apoyo que han pedido. Sin embargo, como gritó el pescador Miguel Corrales mientras desenredaba las redes, “la pesca no da para todos”.

El niño Daniel Bembo y una niña juegan con lo que se encuentren en la playa. Foto: Alonso Tenorio
Otros buscan fincas donde pasar la noche, y los menos, tienen el dinero para pagar cuartos.

Este paso que forma parte del éxodo africano, se agudizó en abril, y desde entonces, cada día son más los africanos que se han dispersado por la línea fronteriza en los poblados cercanos a Peñas Blancas y La Cruz, caminando decenas de kilómetros hacia el este, buscando puntos ciegos en localidades como Las Delicias u otros portillos.

El niño Daniel Bembo y Priscilla Aramomba juegan en Puerto Soley, mientras sus familiares buscan la forma de salir de Costa Rica y seguir su viaje a Estados Unidos. Foto: Alonso Tenorio
Varios han sido devueltos por el Ejército nicaragüense en Isla Calero, según confirmó el director de la Policía de Fronteras, Allan Obando.

Mientras esto pasa, en Migración siguen esperando a que los migrantes lleguen a firmar.

“Solo buscamos vivir mejor. Huimos del hambre, principalmente del hambre. No tenemos trabajo en Congo”, dice Emanuelle Bembo, quien va de la mano de su esposa Patricia Arabomba y su hijo Daniel de tres años, que sonríe ignorante de los peligros del viaje que ha venido haciendo los últimos meses.

Algunos adultos se las ingenian para distraer a los menores de edad. Foto: Alonso Tenorio

Cuando logran cruzar, ya sea por la insistencia de buscar un hueco en la alambrada de púas que divide a las dos naciones, o bien de la mano de los coyotes, la mayoría de los caminantes no tarda mucho en caer en manos de las fuerzas nicaragüenses.

La Policía de Fronteras no tiene la potestad de reenviarlos a los centros de atención, que de todas formas colapsarían con la llegada de estos migrantes, pues se sumarían a los cientos que cada noche llegan desde Paso Canoas en el sur.

En Puerto Soley, los migrantes preparan alimentos para sus familias. Foto: Alonso Tenorio

El ministro de Comunicación, Mauricio Herrera, afirmó que la situación se ha llevado de la mano del marco legal del país. Asegura que los africanos que transitan por el país, al menos la mayoría, ha cumplido con el requisito de ponerse a la orden de las autoridades migratorias, aunque acepta que no se ha cumplido con el trámite de firmar cada 15 días.“Ellos son libres, no podemos retenerlos”, dijo Herrera.

Migrantes duermen a la orilla del mar donde también lavan su ropa y buscan alimento. Foto: Alonso Tenorio

El vocero del Ejecutivo dice que están en busca de garantizar las condiciones humanitarias mínimas para esta población, que quedó varada aquí, en un camino incierto que tiene como destino final un sueño de película en los Estados Unidos.

Migrantes dicen que el problema es que se han quedado sin dinero, mientras los coyotes (traficantes de personas) les cobran hasta $600, al tiempo que claman por ayuda. Foto: Alonso Tenorio
Todo esto pasa ante la vista impotente de las autoridades locales de La Cruz, que ha activado el Comité Cantonal de Emergencias, a cargo del segundo vicealcalde Óscar Cid.