300 buscadores de oro amenazan con irrumpir en el Parque Nacional Corcovado

Personas llegaron este domingo en camiones ganaderos y busetas; biólogos están preocupados por daños al ecosistema que podrían causar

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Cerca de 300 personas amenazan desde la mañana de este domingo con irrumpir en el Parque Nacional Corcovado para extraer oro.

El grupo llegó a la zona conocida como Los Patos, a eso de las 10 a.m., pero de acuerdo con el ministro de Ambiente y Energía (Minae), Edgar Gutiérrez, aún no han entrado al Parque.

El ministro manifestó que personal del Minae así como de la Fuerza Pública se mantienen en la zona, pues temen que estas personas estén esperando la madrugada para intentar ingresar.

"No vamos a permitir que entren al Parque y ninguna de las personas que están ahí va a recibir indemnización de nada, así se les hizo saber", manifestó Gutiérrez.

El funcionario relató que estas personas venían en los autobuses de transporte público cuando fueron abordados por la policía, pues les pareció sospechoso que cargaran palas y cuchillos. Cuando se les preguntó hacia dónde se dirigían, contestaron que iban a un retiro espiritual.

Posteriormente, dejaron los autobuses y continuaron la travesía en camiones. Esto despertó más sospechas de las autoridades por lo cual se alertó tanto a los guardaparques como a la Fuerza Pública.

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Para proteger el parque, ubicado al sur del país en la península de Osa, las autoridades disponen de nueve guardaparques, una buseta de policía y tres patrullas.

"Estas personas llegaron en camiones ganaderos y en busetas. El problema no es solo el daño ambiental que pueden hacer extrayendo el oro, es que se instalan a vivir ahí y cazan para poder alimentarse. Y la presión sobre los ecosistemas es impresionante", relató Eduardo Carrillo, director del Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (ICOMVIS-UNA).

Se trata de personas de todas las edades, hombres y mujeres, provenientes de zonas como El Tigre y Río Claro. Llegaron sin realizar actos de violencia. Algunos piden que el Gobierno los escuche y les dé indemnizaciones, pues aseguran haber sido expropiados años atrás con la creación del parque nacional en 1975.

De acuerdo con el Minae ya se notificó a la Fiscalía sobre la presencia de estas personas, "para lo que corresponda". Además, se les explicó que la orería es una actividad ilegal y que quien se encuentre realizándola sería presentado a las autoridades judiciales. Igualmente se les dijo que "no habrá nuevos censos y que el proyecto de ley que reclaman ha sido convocado en sesiones extraordinarias".

Este proyecto de ley, explicó el ministro Gutiérrez, pretende indemnizar a un grupo de oreros que nunca antes había recibido esa ayuda. "El problema es que cada vez que se abre una ventana de oportunides para indemnizar aparece otro grupo de gente que ni siquiera había nacido cuando se creó el Parque", añadió el jerarca.

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Impacto. Para realizar su trabajo, los oreros realizan túneles de hasta 40 metros de longitud o destrozan las laderas de montañas, lo que aumenta la erosión. Para los especialistas, el hecho es preocupante, pues la carga ambiental puede llevar a la desaparición de especies.

"Esto no es nuevo. A esta gente que llegó hoy hay que sumarle los oreros que ya están (cerca de 400). Hemos denunciado esto desde 2010 y el gobierno no ha hecho nada. Tenemos investigaciones que hablan de que ya hay animales (como el chancho de monte) que podrían extinguirse", comentó Carrillo.

Esta actividad causa cerros colapsados, sedimento arrastrado hasta el mar y poblaciones de animales al borde de la extinción debido a la cacería ilegal.

Para muchas personas, la extracción de oro es su forma de subsistencia. En 2015, La Nación conversó con algunos de ellos.

"Uno la pulsea, oreamos para sobrevivir. Hay veces en que se aguanta hambre. Si uno encuentra oro, lo lleva afuera para ver quién se lo compra", expresó en aquel entonces Rigoberto Piedra, quien llevaba más de 30 años de ser orero.

Su compañero Gerardo Espinoza añadía: "A veces, uno queda sin uñas, yo me he llevado majaduras que me dejan hasta tres meses sin hacer nada".

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Para Carrillo, sin embargo, el principal problema es el daño que pueda seguirse causando a largo plazo, y la poca ayuda que se recibe para aumentar la conservación de las áreas protegidas.

"Las áreas protegidas no se mantienen solas. Nueve guardaparques (los que tiene dicha área de conservación) no hacen nada ante 300 personas, más las que ya están", aseveró.

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Según Carrilo, por directriz gubernamental, las plazas están congeladas, por lo que en caso de jubilación no se pueden reponer ni crear nuevas.

Álvaro Ugalde, fundador del Sistema de Parques Nacionales, explicó a La Nación en febrero de 2015 (días antes de su muerte) su preocupación por la situación de Corcovado: "Hubo épocas en las que el parque tuvo el personal que requería y de forma permanente. Mientras el parque esté estabilizado con el personal que necesita, no entran los oreros, pero le falta más gente".