La triste noche de Salitre: balas, piedras y marcas como ganado

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La noche del 3 de enero del 2013 marcó a los indígenas de la reserva Salitre, en Buenos Aires de Puntarenas.

Una turba de blancos llegó con focos, piedras y armas a sacarlos por la fuerza de sus casas.

Así consta en el informe de la Fuerza Pública que conservan los nativos, sin que hasta la fecha haya habido castigo para los agresores. “A mi hijo Minor, de 22 años, lo marcaron como ganado en el pecho, con una pieza de hierro caliente. Nos lanzaron piedras y nos balearon. Estas tierras nos pertenecen, pero para esa gente somos perros, animales, tontos... nos llaman muertos de hambre”, contó Mariana Delgado, de 46 años.

El territorio de Salitre comprende 12.700 hectáreas y los indígenas han logrado recuperar el 75% de sus fincas, es decir 9.525 hectáreas.

Después de aquellos hechos, el Gobierno conformó una mesa de diálogo para garantizar los derechos de los pueblos indígenas.

“Mientras se avanza en la recuperación de tierras, sería importante que el Estado informe a la sociedad para prevenir la ocupación de territorios indígenas por parte de no indígenas”, dijo Yoriko Yasukawa, coordinadora de Naciones Unidas en Costa Rica.

Silencio. Pese a los esfuerzos, los nativos aseguran que las amenazas de los finqueros son diarias.

La Nación recorrió varias de las fincas de Salitre sin que ningún propietario quisiera hablar. Incluso, en una de las propiedades, el ingreso fue tácitamente negado con perros bravos y altos portones.

Ramiro Vega, el único sikua (término para referirse a los blancos en bribri) que se refirió al asunto; negó que haya violencia en la zona y dijo no recordar nada sobre los hechos del 3 de enero del 2013. “No sé qué cosa reclaman ellos; no me acuerdo de eso y no es algo que se pueda explicar así”, comentó.

Las familias indígenas Figueroa, Rojas y Guevara son parte de los grupos que aseguran que seguirán en la lucha contra los sikuas hasta recuperar todas las tierras.