La Negrita suma 378 años de celebrar una fiesta de fe

En 1782, excesos molestaron a monseñor Tristán y hubo excomulgados

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Con rosarios y canciones, la tradición católica de visitar a la Virgen de los Ángeles empezó a marcar su ruta hacia la basílica de Cartago desde 1635.

Ese año, la aparición de una pequeña imagen de piedra en la Puebla de los Pardos, en la ciudad brumosa, motivó a que el sacerdote Alonso Sandoval y los vecinos hicieran la primera romería.

“En la misa, el padre Sandoval le cuenta a los fieles sobre la aparición y les invita a irse a la piedra para ver si la imagen estaba ahí”, expresó el historiador Carlos Oreamuno.

Después del primer año de celebración, la fe fortaleció las amarras de una tradición que lleva promesas y devoción en sus kilómetros de extenuante caminata.

Enfermedades como la peste del cólera, la erupción del volcán Irazú, desastres naturales y conflictos fueron motivo de petición para ir a la casa de la Virgen de los Ángeles.

Sin embargo, la celebración también tuvo sus tintes de fandango. En 1782, la fiesta de La Negrita fue tal que la plaza donde actualmente se ubica la basílica terminó en escenario de pachanga con licor, corridas de toros y sacerdotes que disfrutaban de la algarabía.

“En esa época se dieron muchos excesos que enojaron a monseñor Esteban Lorenzo de Tristán, quien excomulgó a varios curas y declaró, ese mismo año a La Negrita como Patrona de Cartago”, recordó el historiador.

Para 1824, la política también demostró su encanto por la imagen morena. Un decreto de la República la reconoció como Patrona de Costa Rica, el 24 de setiembre.

De aquellas viejas romerías del siglo XX surgieron retratos en blanco y negro de algunas familias que salían de Curridabat hacia Cartago, llevaban tortillas y huevo duro y dormían en el suelo de la plaza cada 2 de agosto.

“La tradición fue tomando fuerza por ahí de los 90. Yo empecé en 1975 y éramos muy pocos. No existía la carretera Florencio del Castillo y la prensa lo único que reportaba eran los accidentes como atropellos, que ocurrían en la procesión”, recuerda José Rafael Orozco, romero desde hace 39 años.

Tradición de miles. El saludo a la Virgen una vez al año es motivo de alegría para muchos fieles, y el historiador Carlos Oreamuno reconoce que fue en 1985 cuando las romerías empezaron a ser numerosas.

En ellas, unos llevan el paso de la oración y la meditación mientras que otros aprovechan la tradición para vacilar con amigos y unirse a parrandas similares a las que reprochó monseñor Tristán.

“En la romería uno encuentra de todo; cada quien lleva un propósito, pero como toda tradición ha tenido sus altos y bajos”, reconoció Oreamuno.

Uno de los hechos que preocupó a muchos en el 2009 fue el cierre de la basílica de los Ángeles con el fin de evitar el contagio por el virus de la influenza AH1N1.

“Esa vez recuerdo que yo hice la romería, aunque las puertas de la iglesia estuvieran cerradas. Yo no podía fallarle a mi patrona”, indicó el romero José Orozco.

La misma devoción por La Negrita está expresa en el trabajo de Manuel Araya, quien suma 54 años de dedicarse a la limpieza de la plaza frente al santuario.

“Cada año se ve más gente. Es una tradición que une a todo el país y creo que es una búsqueda de la gente hacia Dios en medio de una sociedad tan convulsa y con tanto vacío espiritual”, dijo Araya.

En la ruta hacia Cartago, los romeros llevan la fe puesta en su visita a la pila de agua bendita, la gruta con la imagen de la Virgen y el ingreso al templo para llevar sus peticiones y agradecimientos al altar.

“Hay gente que no puede comprender cómo uno le tiene fe a una imagen. En mi caso, tengo mucho por agradecer. Mi hijo empezó a beber alcohol a los 15 años y estuvo en la adicción muchos años. Después de venir y rezar, ella me lo curó”, asegura Nelly López, de 74 años.

En 378 romerías, la cantidad de feligreses que llegan a Cartago es muestra de la fe por La Negrita, hoy comandante de la Policía aérea.