La ciencia de escuchar el bosque para producir mejor

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En Altamira de Biolley, en Buenos Aires de Puntarenas, Yendry Suárez hace ciencia sin ser científica.

Ella es miembro de la Asociación de Productores la Amistad (Asoprola) y se dedica a cultivar café, plátano, banano y guaba.

Ella es una de las agricultoras que se sumó al proyecto de desarrollo de capacidades para promover una producción baja en carbono, impulsado por Fundecooperación, el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia Agropecuaria (INTA) y la Asociación Coordinadora Indígena y Campesina (Acicafoc).

En la finca donde trabaja se delimitó un área que le sirve de laboratorio para probar las técnicas aprendidas en el proyecto.

“Por gusto personal me incliné por las técnicas de control biológico porque el elemento de partida era tener un bosque y usarlo para producir hongos que ayudan a la descomposición de la materia orgánica”, explicó Suárez.

Aprendió las técnicas para enriquecer el suelo y las hojas, así como a cultivar microorganismos que les permiten controlar plagas de manera natural.

Dejó de usar químicos como fertilizantes y plaguicidas. “Efectivamente, el químico quita la enfermedad, pero a futuro se está propiciando el ataque de otro hongo. En cambio, nosotros estamos usando técnicas que, aunque son lentas en reacción, a la larga sirven para restaurar el equilibrio en el área de agricultura”, dijo Suárez.

Asoprola cuenta con 14 productores que se dedican a la agricultura orgánica y estas técnicas pretenden facilitarles la labor.

“Aprendimos que si vamos a aplicar un producto basado en microorganismos, no podemos hacerlo cuando el Sol está en su máximo esplendor porque se mueren”, comentó Suárez como ejemplo.

Así fue tomando nota sobre las técnicas que mejor se adaptaban a las condiciones ambientales de la finca y los cultivos.

Según sus palabras, aprendió a escuchar a la naturaleza. “Es devolverle al área de agricultura el equilibrio que tiene un bosque”, declaró Suárez.