Luis Guillermo Solís también dijo sorprenderse por alegato inédito en favor de Melvin Jiménez

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Cartago . El presidente de la República, Luis Guillermo Solís, dijo ayer que lo tomó “por sorpresa” el último alegato presentado en la Sala Constitucional en favor de su ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, a quien se le cuestiona por su doble condición de clérigo y jerarca de Gobierno.

El mandatario admitió que le llamó la atención la justificación de la Iglesia Luterana Costarricense (ILCO) para aseverar que su fundador, Melvin Jiménez, ya no es obispo de tal congregación religiosa, por lo que no tendría sentido el debate legal en torno al nombramiento.

Dicho alegato llegó a la Sala IV este 27 de octubre, casi seis meses después de que un ciudadano señalara una aparente violación del artículo 149 de la Constitución Política, que prohíbe clérigos como ministros.

Después de un vaivén de argumentos jurídicos, religiosos, históricos y hasta sobre el significado de palabras en el diccionario, la Iglesia luterana dijo que Jiménez colgó los hábitos dos semanas antes de asumir el cargo de coordinador y vocero del gobierno de Solís.

Esto no lo había mencionado el propio Jiménez, quien seguía presentándose como obispo luterano, aunque sin funciones en la Iglesia, merced a un permiso temporal.

¿Puede un presbítero luterano acabar su mandato y dejar de ser “clérigo”? Según ILCO, sí; más porque en su congregación el clero es una palabra relativa que no funciona como en la Iglesia católica.

Según declaraciones de Luis Guillermo Solís, también a él lo asombró tal alegato. “Creo que a todos nos ha tomado por sorpresa entender que la responsabilidad episcopal en esa iglesia tiene diferencias significativas respecto de las que existen en la Iglesia católica”, contestó ayer durante su visita a zonas aledañas al volcán Turrialba.

Es decir, Solís también pensaba que su hombre de confianza seguía siendo obispo, título que adquirió en una ordenación con rituales el 27 de abril del 2008.

ILCO señala que, en sus estatutos, el “mandato” del obispo era de solo seis años, de modo que ya venció, algo que Jiménez aceptó conocer, este miércoles por la noche.

Jiménez y Solís insisten en que la prohibición se aplica solo a los clérigos católicos, lo que estos consideran “discriminatorio”.