‘Don Julio, nosotros por usted seguimos en vela’

Con una ceremonia tan concurrida como emotiva, se despidió al periodista y filólogo

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“Descanse en paz, que nosotros, por usted, seguimos en vela”. Con esta frase terminó la homilía del funeral del periodista y columnista Julio Rodríguez Bolaños.

El presbítero Claudio Solano, amigo de Rodríguez, presidió la misa, al tiempo que su colega Glen Gómez, vocero de la Conferencia Episcopal, ofreció la homilía de la ceremonia, realizada en la iglesia Don Bosco. Otros tres sacerdotes concelebraron junto a ellos.

Familiares, colegas y figuras políticas, despidieron al columnista y excoordinador de la sección de Opinión del diario La Nación , quien murió la tarde del domingo, a los 78 años, por complicaciones de un aneurisma cerebral.

El mensaje de la celebración eucarística se basó en la resurrección de Lázaro. A partir de ese pasaje bíblico, Gómez predicó sobre el poder de Cristo para dar vida más allá de la muerte. El sacerdote y también periodista recordó la cercanía de Julio Rodríguez con la Iglesia católica. Al final de la misa, su hija Marcela dirigió unas palabras en nombre de la familia. Más que hablar sobre su padre, dijo, deseaba rendirle un tributo.

Multifacético. Además de periodista y abogado, Rodríguez, quien nació y vivió en Heredia, era graduado en Filología y Lingüística.

No solo escribía de política; también dedicaba su pensamiento a la discusión del fútbol, una de sus pasiones más profundas. Desde esa trinchera, defendió y cuestionó las decisiones del balompié tico y de su equipo, el Club Sport Herediano.

Su labor en La Nación se inició en setiembre de 1985 y se extendió hasta setiembre pasado, cuando se acogió a la jubilación por motivos de salud. Durante ese tiempo, se desempeñó como editorialista, columnista y coordinador de la sección editorial. En el 2006, fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez, entregado por el Ministerio de Cultura.

Desde que se pensionó, dedicó sus días a su esposa Míriam Quesada; a sus hijos, Bernal y Marcela, y a sus cinco nietos.

El tributo en Don Bosco congregó a figuras de la política y del pensamiento nacional. Entre los presentes, destacaron la excontralora de la República, Rocío Aguilar; el exvicanciller Édgar Ugalde y el exministro Enrique Castillo; el exdirector del Programa Estado de la Nación, Miguel Gutiérrez Saxe; el exdiputado y analista Constantino Urcuyo; el exdiputado y exembajador en el Vaticano, Fernando Sánchez; el exministro de Seguridad, Fernando Berrocal, y el exministro de Comercio, Jorge Woodbridge.

La capacidad de Rodríguez para influir en la agenda política nacional y su interés por temas de actualidad y educación, fueron destacados muchas veces por los presentes al referirse a él.

También mencionaron su humanismo y su dominio para abordar los temas desde perspectivas filosóficas. De ambas virtudes hizo gala en los muchos artículos que publicó desde su columna En Vela .

Eduardo Ulibarri, exdirector de este medio, comentó que Rodríguez tuvo una vida prolífica, no solo en su dimensión profesional, sino en su entorno familiar. “Hay que seguir tratando de hacer las cosas como él hubiera deseado”, agregó.

Por su parte, el director de La Nación , Armando González, afirmó que Rodríguez deja, ante todo, un legado para las nuevas generaciones de periodistas.