Africanos reciben agua, pan, ropa y sombra

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Los africanos poco a poco se han ido organizando, como si fueran un microestado cuyo territorio nacional fuera un pequeñísimo espacio de calle en Paso Canoas, como si tuvieran soberanía sobre el asfalto, las piedras, el agua de los caños y el sol que reciben ahí, a la intemperie.

A pesar de que no solo hay inmigrantes de África en el sitio, sino también haitianos encubiertos gracias a su francés heredado de la época de la esclavitud, se han organizado con un pequeño grupo que los lidera, habla por ellos e intenta coordinar con el Gobierno.

Ellos ayudan a repartir la ropa, la comida, el agua y el cobijo que reciben constantemente.

Este domingo, un empresario panameño que no quiso identificarse envió paquetes de pan y un estadounidense de Oregon les llegó a dejar agua.

De hecho, él dijo que no es posible que a solo unos metros, gente con mucho dinero vaya a gastarlo en las tiendas de la frontera, comprando perfumes, ropa y licor, y no destinen ni un solo cinco para darles ayuda a los inmigrantes africanos.

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Además de la ayuda caritativa, una señora les envió dos toldos, que fueron destinados a las mujeres y los niños. Los demás compraron algunas sombrillas para resguardarse.

Mientras tanto, el cordón policial que les impide el paso no se afloja, como tampoco merma la ayuda de la Cruz Roja.

Lo que aún no llega es la batería sanitaria que se les prometió desde que el Gobierno envió un comunicado el sábado, donde anunció la apertura de un centro migratorio temporal de detención en la zona sur.

Al final, al caer la noche, la mayoría de los africanos se siguen acostando en la calle.